Capitulo 46 ÚLTIMOS CAPITULOS!

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Dias despues...

El rostro ansioso de Anita se iluminó en el instante en que vio a Roberta acercarse por el parque.

-¡Gracias a Dios que has venido! -exclamó levantándose del banco.

-No quería mezclarte en esto, Anita, en serio. Sólo te llamé porque necesitaba que le dieras un mensaje a Diego, pero ahora veo que ha sido un error...

-¡No, de ningún modo ha sido un error!

-Sí, lo es -suspiró Roberta-. No quería escribirle una carta, no sabía qué decirle... y tampoco quería hablar personalmente con él pero... nunca hubiera debido de involucrarte en esto.

-¡Roberta, Diego está destrozado!

-¿Le diste mi mensaje?

-¿Acaso crees que diciéndole que estás bien y que quieres el divorcio va a sentirse mejor? -preguntó Anita extrañada.

-Es lo mejor. ¿Te acordaste de decirle que le dejaré ver al bebé siempre que quiera?

-Sí, pero no le sirvió de consuelo como vos pensabas - respondió Anita -. Al fin y al cabo el bebé no nacerá hasta dentro de seis meses...

-Bueno, eso no puedo evitarlo. ¿Está aún en París?

-No, según Matias se pasó la semana buscándote. Y después se agarró la peor borrachera de su vida. Matias lo trajo a casa a dormir la resaca en la habitación de invitados...

-¿La peor qué? Cuéntamelo otra vez.

-Muy bien. Por orden cronológico: Diego se levanta y se encuentra con tu nota, ¿no es así?

-No lo sé, para entonces yo ya me había ido. Supongo que se marchó a París.

Aquella misma noche Roberta había metido unas cuantas cosas en la maleta y había salido del departamento decidida a evitar cualquier nueva disputa con Diego. Sentía que habían discutido demasiado, que sólo le quedaba su orgullo. Y sólo podría conservar ese orgullo manteniéndose a distancia de Diego, al menos hasta que pudiera controlar sus reacciones.

-Bueno, pues si me permites decirlo la mayor parte de los maridos no discuten y luego simplementesiguen adelante como si fuera un día normal y corriente -explicó Anita-. Incluso los más testarudos como Diego tienen sus sentimientos.

-Escucha, vos estás de su parte porque no comprendes nada y lo conoces a él mejor que a mí, pero...

-¡Qué va! La verdad es que me ha sorprendido mucho cómo se lo ha tomado. Nunca pensé que Diego dormiría una borrachera en mi casa.

-Así que se pasó la primera semana buscándome... -dijo Roberta expectante, incitando a Anita a contarle más.

-¿Cómo crees que nos enteramos nosotros de que habías desaparecido? Diego llamó a Matias. Y estaba realmente de mal humor. Tuviste suerte de no estar delante.

-Nunca le he visto beber... -confesó Roberta.

-A la segunda semana, sencillamente, se derrumbó. Se sentó y se puso a beber y a beber hasta el estupor. Matias estaba terriblemente preocupado por él. Diego nunca hace ese tipo de cosas. Lo tienes bien agarrado, Roberta y creo que si de verdad has decidido abandonarlo deberías de haberlo hecho de un modo más considerado.

-¡Pero si le dije que me marchaba! -se defendió Roberta levantando el mentón.

-¡Pero él no creyó que lo decías en serio!

-Para mí era evidente que nuestro matrimonio no funcionaba.

-Pues el día de su boda yo pensé que estabas loca por él, y cuando comimos juntos a la semana de volver de Chindos me lo pareció aún más. Te pasabas el tiempo hablando de él.

-Y estoy loca por él -musitó Roberta.

-Pero entonces, ¿porqué diablos le estás haciendo esto? -preguntó Anita paralizada.

-Espero que se lo hayas contado absolutamente todo, Anita -intervino entonces Diego-. La búsqueda interminable, la desesperación, las borracheras y los ataques de autocompasión...

Ambas mujeres se dieron la vuelta. Anita ruborizada, Roberta pálida. Pero Diego sólo tenía ojos para su mujer. Anita, con un gesto de culpabilidad, dio un paso atrás.

-Esta vez sí que la he hecho buena, ¿verdad? - inquirió Diego.

- Diego.. ¿me permites que te diga que no es ésa la actitud que deberías de tomar? -sugirió Anita.

-No... vos no sabes qué ha pasado, ni nunca lo sabrás -le informó Diego-. Es una suerte que hable en griego cuando bebo. Lo que ha ocurrido aquí es y continuará siendo un misterio para vos, Anita.

- Mia.. -murmuró entonces la pelirroja con aires de superioridad antes de marcharse.

Diego se quedó perplejo, perdió el color.

-Teniendo en cuenta que te has valido de Anita para llegar hasta mí no has sido muy amable con ella - observó Roberta-. Nunca habría accedido a verla si hubiera sabido que ibas a aparecer.

-Bueno, es que Anita me torturó con sus preguntas en el peor momento -contestó Diego tenso, tratando de calmarse. Roberta lo miró con los ojos llenos de dolor-. No me mires así, me lo pones todo mucho más difícil -gruñó Diego.

Roberta miró a otro lado instantáneamente. Sí, por supuesto que Diego veía en sus ojos cómo se sentía. Siempre había sido capaz de ver en su interior. Perpleja ante la idea de que su amor le resultara tan evidente, Roberta no puso pegas cuando él alargó un brazo y la condujo hasta la limusina. Diego recogió el ticket del aparcamiento y traspasó las puertas. Era evidente que se sentía culpable. Sabía cuánto daño le había hecho. ¿Y qué iba a lograr tratando de evitar un encuentro que él estaba decidido a celebrar?

En El Lugar Equivocado •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora