Capitulo 50 FINAL

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TIEMPO DESPUÉS...

Roberta dejó a su hijo Camilo en la cuna. Tenía cuatro meses, y era adorable. Con el pelo castaño y los ojos claros, la combinación resultaba espectacular. Y dormido parecía un ángel.
Las últimas veinticuatro horas habían estado repletas de acontecimientos. Diego había celebrado una fiesta en Baires para conmemorar su primer aniversario de boda, y luego habían viajado a la isla y pasado el día con la familia de él. Había transcurrido todo un año. Roberta apenas podía creer que llevaran tanto tiempo casados. Y la magia no sólo había perdurado, sino que se había fortalecido.

Roberta entró en el dormitorio y se puso un vestido de satén dorado de estilo flamenco, una prenda especial para la ocasión. Y después se dirigió a la casita de la playa tras encargarle a una sirvienta que le diera un mensaje a Ramiro. Llevaba en las manos una revista en la que había un artículo sobre la espléndida boda de Mia. Apenas había tenido tiempo de leerlo.

El novio era un aristócrata de sangre azul, y el aspecto de Mia era triunfante. Sin embargo se rumoreaba que la ausencia de la familia del novio en la ceremonia era indicio de que no aprobaban la unión. Según parecía Mia no era lo suficientemente buena. Su árbol genealógico no iba lo suficientemente atrás. Pero en opinión de Roberta aquel matrimonio marcharía bien. El marido de Mia era tan frío como ella.

Roberta dejó la revista a un lado, encendió las velas y apagó la luz. Y se puso a bailar. Aquél era su regalo especial de aniversario para Diego. Le encantaba sorprenderlo. Y cuando vio por el rabillo del ojo que entraba hizo un enorme esfuerzo para no mirarlo. La música llegó a un momento de salvaje crescendo y después finalizó.

Entonces Roberta miró a Diego y ardió ante la intensidad de su mirada.

-¡Es tan fácil impresionarte! -comentó en broma. Diego la estrechó en sus brazos como un hombre de las cavernas. Roberta se estremeció de excitación. Por sus venas corría el fuego del deseo sensual.

-Así que volvemos al principio...

-Pero ahora tenemos a Camilo -asintió Roberta.

-No he olvidado a nuestro hijo ni por un instante... ni a la maravillosa y sexy mujer que me lo ha dado -contestó Diego con impresionante intensidad -. Creo que te amo aún más que antes.

-¡Me haces tan feliz! -contestó ella abrazándolo.

-Ésa es la razón de que haya venido -continuó Diego mientras trataba de besarla y de llevarla a la cama al mismo tiempo, cosa que al fin logró-. Y también para darte esto... antes de que te atrevas a sugerir que he venido sólo porque no podía soportar más no acostarme con vos.

Roberta contempló el exquisito anillo de diamantes que él deslizó en su dedo.

-Oh, Diego, es... precioso.

-He mandado que le graben la fecha del día en que nos conocimos.

-¡Te estás volviendo tan romántico! - suspiró Roberta.

-Sí, puede que vos te hayas encargado de las velas, pero yo me he ocupado del champán y de poner una rosa en la almohada.

-¿Queres decir que no te he sorprendido?

Diego asintió con un gesto. Roberta curvó la boca en una sonrisa y lo empujó sobre la almohada.

-Me encanta tu falta de tacto.

-No te comprendo -contestó Diego observándola con ojos llenos de admiración.

Roberta se tumbó sinuosamente junto a él. La ansiosa mirada de Diego cuando temía haberla herido la volvía loca de pasión.

-Las mentes grandes piensan de un modo parecido -susurró ella.

-Sos asombrosa... -continuó Diego estrechándolacon tal fuerza que apenas podía respirar.

Respirar, sin embargo, no era en aquel momento algo importante. Mucho más urgente resultaba compartir su amor de un modo íntimo. Roberta hubiera deseado decirle que él también era asombroso, pero la electrificante combinación de pasión y felicidad desatadas lo hacía imposible en ese momento. Lo haría a la mañana siguiente.

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⏰ Última actualización: Jun 13 ⏰

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