Siete.

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Cerré la puerta del taxi y me bajé en el club donde había estado la semana pasada con Beth antes de habernos ido a la fiesta clandestina.

El nombrebrillaba en letra cursiva color púrpura, mostré mi identificación y entré rápidamente, no estaría mucho tiempo ahí.

Me dirigí inmediatamente a los baños, un largo y reluciente espejo se mostró delante de mi, mis ojos aún estaban enrojecidos y mi cabello despeinado.

Entré en uno de los cubículos y deposité mi bolso en el suelo, me quité la ropa que llevaba esparciendola en el suelo.

Me doblé para sacar el vestido azul que llevaba en mi bolso y lo deslicé por encima de mi cabeza, la tela se sentía suave al tacto.

Me quité las zapatillas y me sostuve con la pared para ponerme las botas de tacón negras que me hacían lucir unos centímetros más altas, guardé rápidamente la ropa que estaba tendida en el suelo y la metí en mi bolso.

Salí del cubículo para encontrarme de frente con mi reflejo, definitivamente Kai había hecho una excelente elección, el azúl resaltaba mi color de piel y mis facciones se veían relucientes, el color de mis ojos lucía vibrante con el contraste de color.

Saqué mi bolsa de maquillaje e hice lo que pude para lucir más bonita de lo que acostumbraba gracias a un par de polvos, labial y máscara de pestañas.

La chica en el espejo definitivamente Lucía como alguien de dieciocho años, todo en mi gritaba belleza y me sentía más segura que nunca.

Merecía lucir hermosa el día de mi cumpleaños.

Una sensación inexplicable hizo presencia en mi pecho, las únicas palabras que venían a mi mente eran "Que se jodan, no me importa nada, no me importa nadie." Como un bucle sin fin.

Miré mi mochila y consideré que debía haber traído otro bolso en su lugar, su color café no tenía nada que ver con mi atuendo.

Sacudí los pensamientos de mi cabeza, nada me haría sentir menos importante.

Salí del baño e inmediatamente sentí varías miradas sobre mi, sentí ganas de encogerme, nunca había tenido tanta atención y me hacía sentir indefensa sobretodo cuando sabía que estaba sola, pero me había jurado ser una diva.

Tomé asiento junto a la barra y pedí un trago, el bartender me miró de pies a cabeza y se detuvo un momento.

—¿Eres mayor de edad? —Preguntó queriendo hacerse el moral, cuando recordaba perfectamente la semana pasada que con unos dólares demás le serviría tragos hasta a un niño de ocho años.

—Lo soy, ¿necesitás ver mi identificación?—Respondí cortante.

Alzó las cejas impresionado por mi brusca respuesta y negó suavemente.

Observé mi entorno y mis ojos conectaron con una chica que había visto antes, llevaba pantalones anchos negros y un top blanco qué resaltaba con su cabello verde, mi mente me llevó a la semana pasada cuando la había visto en la hermandad, la recordaba más borrosa pero suponía que era por el alcohol que llevaba en mi cuerpo aquel día.

La chica estaba junto a un chico alto y delgado de tez blanca y cabello ondulado que llevaba lo que parecía el forro de una guitarra sobre su hombro, vestido totalmente de negro a excepción de unas converse amarillas y junto a ellos estaba una chica de muy baja estatura y piernas regordetas vestida con una falda de colegiala a cuadros rojos y una blusa negra, su cabello rojo sangre combinaba con la falda dándole un estilo rockero.

Ellos hablaban como si intentaran llegar a un acuerdo y estaban muy cerca de la salida, me imaginé hacia donde se podían dirigir.

—Aquí tienes tu trago. —Dijo el bartender, lo tomé y lo dirigí a mi boca deslizandolo todo por mi garganta de un tirón.

Please Use Me Like A Drug - Choi Yeonjun TXT  [EN EDICIÓN Y CORRECCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora