Treinta y ocho.

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Se suponía que había sido llevada por mi cuenta, lo que no explicaba en absoluto porqué había sido arrastrada a la fuerza dentro de una camioneta llena de hombres armados. Mi cuerpo temblaba como si estuviera a diez grados bajo cero, el ambiente era tan tenso que lo podría cortar si tuviera una tijera a la mano.

Soobin me recorría con la mirada cada tanto tiempo, mi piel se erizaba cuando recordaba la frase que me había dicho "Es por tu bien, hermanita" el oírlo llamarme hermana me devolvía a la realidad haciendo que todo mi mundo diera vueltas.

—Hey, Soob. —Llamé en voz baja, el atendió mi llamado con la mirada.

—Shh. —Hizo el.

—Necesito decirte algo. —Susurré, el observó a todos los presentes y acercó su cabeza hacia mi. —Yeonjun corre peligro.

El soltó el aire que llevaba atrapado en sus pulmones, su preocupación pareció subir como espuma. —¿Por qué crees que estás aquí?—Susurró a mi oído, me estremecí. —Todos corremos peligro, Yeonjun fue secuestrado.

Abrí los ojos como un par de platos, sentí que se me bajó la presión arterial, no era posible.
Mi boca dejó de funcionar, no era capaz de pronunciar palabra alguna, solo podía pensar en que nuevamente todo era mi culpa.

Estaba en una especie de choque, ni siquiera las lágrimas eran capaces de caer por mi rostro, solo era consiente de mi corazón el cual palpitaba dolorosamente.

La camioneta se detuvo y al ver la casa de mi padre mi mente hizo flashback, mis pies rogaban por salir corriendo, y atravesarme a un camión si era posible. Los hombre armados salieron de la camioneta y Soobin abrió la puerta, estos nos custodiaron hasta que estuvimos dentro de la casa, caminé como si fuese un zombie, alguien muerto en un cuerpo vivo.

¿Dónde estaba Yeonjun?
¿Le habían hecho algo malo?

Si yo no hubiera nacido nada de esto hubiera pasado. Eso era lo que más deseaba, no existir en absoluto, solo había venido al mundo a dañarle la vida y la existencia a las personas que más amaba.

Soobin me llevó del brazo a través de varias habitaciones hasta llegar a un salón de paredes oscuras sin ventanas en absoluto, mi padre, su esposa y Beomgyu estaban sentados en un sofá de color negro, mi padre se puso de pié apenas llegué, lo miré y el desvió la mirada, ni siquiera era capaz de mirarme a los ojos.

—No sé como nunca pude notarlo. —Dijo Beomgyu. —El parecido es tanto.

Giré los ojos. —No es momento para tus imprudencias. —Agregó Soobin. —Toma asiento, Kat.

Caminé a través del salón y me senté en el puesto más lejano de todos, me sentía tan pequeña e indefensa, solo quería desaparecer.

Mi padre daba vueltas por todo el sitio, parecía que en cualquier momento fuese a abrir una brecha en el suelo. La única persona que parecía tener paz era la madre de Yeonjun, quien miraba fijamente el suelo.

—Minwoo, creo que le debes una explicación a tu hija. —Dijo la mujer. —Chicos, salgan.

Beomgyu y Soobin compartieron miradas, Beomgyu abrió la boca para protestar pero guardó silencio cuando su madre le dió una mirada profunda.

Mi padre peinó su cabello con sus manos hacia atrás, lo ví suspirar varias veces antes de tomar asiento frente a mi, esta vez tomó el valor para mirarme de frente y fui yo quien tuvo que bajar la mirada, me sentía traicionada.

—Definitivamente necesito una explicación.

—Todo comienza cuando mi abuela...

—Ya sé todo lo de la abuela. —Interrumpí.—Ve al grano.

Please Use Me Like A Drug - Choi Yeonjun TXT  [EN EDICIÓN Y CORRECCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora