Veintidós.

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Caminé por el frío pasillo blanco, de haber sido otra persona hubiese mencionado que odio los hospitales y hubiese hablado de cuánto rechazo siento hacia ellos, pero la verdad era que el único rechazo que sentía era a causa de que me habían quitado la mayoría del tiempo de calidad que hubiese podido pasa con mi madre, desde que era una niña había pasado horas y horas con niñeras, para que al fin cuando llegara mi madre estuviera tan cansada que ni siquiera me podía dar un poco de atención.

Aprendí a estar sola, tampoco era buena haciendo amigos, las personas extrovertidas solían adoptarme, por eso había llegado a ser tan buena amiga de Beth, cuando nos conocimos en la secundaria ella me defendió de un grupo de chicos que trataban de molestarme, era la más alta del salón, solían burlarse de su color de cabello rojizo y su rostro lleno de pecas, y ella no lo dudaba para golpear en la nariz a quien fuera con tal y la dejaran en paz. Era muy irónico que después de haber parecido inseparables nos volviéramos unas desconocidas en tan solo un par de semanas, pasar de hablar todos los días a no hablar en absoluto, de contarnos todo lo que nos pasaba a no saber nada la una de la otra, al parecer ya habíamos cumplido el tiempo establecido que nos había dado el destino para estar juntas.

Casualmente me sentía como cuando era niña y esperaba a mi madre en el pasillo del hospital, me asomaba cada cinco minutos a ver si ya estaba lista, en este caso no dejaba de mover mis pies ansiosa, pero no era por mi madre, mi madre estaba de pié junto a mi vistiendo ropa casual, se veía diferente sin el uniforme estando dentro del hospital.

—¿Crees que falte mucho? —Pregunté a mi madre quien esperaba pacientemente recostada a la pared.

—Tienes que estar tranquila, es domingo y estos días los procesos suelen tardar mucho. —Respondió ella, quien me miraba con frustración, era la tercera vez que le preguntaba en él dia.

—Pero es que han tardado mucho mamá, yo ya quiero saber cómo está Tae. —Dije, en ese punto había comenzado a arrancar las esquinas de mis uñas con los dientes.

—No hagas eso. —Dijo mi madre apartando mi mano de mi boca. —Eres muy autodestructiva.

Alejé mi mano lejos de mi cara, no quería hacerme daño solo quería controlar la ansiedad que sentía, quería echarle la culpa solamente a qué los resultados de Taehyun habían tardado más de lo establecido, pero también sabía que mi cuerpo me estaba pidiendo cualquier tipo de droga o medicación que me calmara, quería saltar dentro de los consultorios y tomar un kilogramo de pastillas calmantes solo para tener en casa y tomar una cada dos horas.

Un doctor que parecía salido de una serie de televisión se acercó a nosotras, llevaba una larga bata blanca que le llegaba hasta las pantorrillas y un estetoscopio colgando del cuello, su cabello era negro y perfectamente peinado con gel, sus facciones parecían plásticas, como si se hubiese excedido de botox en el pasado.

El hombre sonrío a mi madre amablemente, seguramente eran compañeros de trabajo, en cambio yo nunca antes en la vida lo había visto, llevaba un par de hojas en sus manos, mi corazón dió un vuelco y tuve que regañarme para no ser negativa.

—¿Cómo está Tae?—Me adelanté antes de que el doctor pudiese hablar, sentí los dedos de mi madre apretarse a mi brazo, voltee hacia ella para ver cómo fruncía su ceño enojada, "compórtate" gesticuló con sus labios.

El doctor plástico dirigió su mirada hacia mi madre, ignorándome por completo.

—Le hemos realizado al chico una tomografía craneal, hemos estudiado a profundidad el funcionamiento de su cerebro para ver si hubo alguna especie de contusión que le afectara a su normal funcionamiento —Dijo el médico con tono profesional. —Y a decir verdad no hemos conseguido diagnosticar ninguna especie de alteración en su cerebro, todas las zonas cerebrales actúan con perfecta normalidad.

Please Use Me Like A Drug - Choi Yeonjun TXT  [EN EDICIÓN Y CORRECCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora