Veinticinco.

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Diría que tenía ganas de llorar, pero estaba muy ocupada tratando de seguir con vida como para ponerme a pensar en eso, lo unico que tenía en mente era huir.

Las relajadas facciones de Hueningkai me helaron la sangre, se me hacía imposible pensar que era el quien estaba a varios pasos detrás de mi, como si todo hubiese estado planeado, mi corazón latía tan fuerte que no podía oír lo que pasaba a mi alrededor.

Seguí caminando buscando la puerta principal, no iba a detenerme, no teniendo a Kai detrás de mi. Caminé dando zancadas por el salón principal, sabía que el estaba a varios metros detrás de mi pero si me alcanzaba iba a ser lo peor que me ocurriera en la vida, moví la manilla de la puerta principal y casi lloro de alegría al notar que estaba abierta.

—Katherine. —La voz de Kai me estremeció, no me dí cuenta cuando llegó tan cerca de mi. —Yo puedo darte el cielo si me lo pides, quédate conmigo.

Dí medía vuelta para mirarlo, de no haber estado en la situación que estaba hubiese mencionado lo increíblemente atractivo que lucía, sin el aura de chico bueno, el problema era que si era realmente peligroso, y que amenzaba con hacerme daño.

—No puedes obligarme a sentir algo que no siento. —Dije recordando segundos después que lo mejor hubiese sido no decir nada que lo molestara.

El alzó las cejas.
—¿Por el si lo sientes no?—Respondió el, daba lentos pasos hacia mi. —¿Qué tiene el que no tenga yo? Ah, ya lo sé. —Ladeó su cabeza. —A tí.

En ese momento me di cuenta de que lo que Kai sentía por mi era más que atracción, era nada más y nada menos que una obsesión enfermiza, y debía salir de ahí antes de que cometiera una locura.

—No siento nada por el. —Empujé la puerta con mi brazo—Ni por nadie.

Cuando la puerta abrió de par en par salí corriendo al portón por dónde habíamos entrado, y la fría realidad me golpeó al darme cuenta de que este estaba cerrado, mis piernas comenzaron a temblar.

—No vas a engañarme, la forma en la que lo miras no es la misma que cuando me miras a mi, pero de algo estoy seguro, y es que serás mía. —Dijo con una voz segura y serena. —Cuando el te lastime la única persona capaz de consolarte seré yo, y sabes que te lastimará, porque es un maldito delincuente y quieras o no te verás involucrada en toda su mierda, te romperá el corazón y vendrás de rodillas suplicando perdón. —Kai se acercaba a mi, sus pupilas eran más oscuras que de costumbre, tenía una pequeña sonrisa ladeada, ni siquiera parecía molesto, parecía un psicópata, una de sus manos estaba escondida detrás de su espalda y tenía miedo de lo que pudiera ser. —Aunque puedo ahorrarte todo ese sufrimiento si te quedas conmigo, ven, quédate.

Su sonrisa era la cosa más falsa que podía haber visto en mi vida, recorrí el sitio con la mirada, era imposible subir las altas paredes que rodeaban la casa, no tenía acceso al portón ni a la puerta que permitía la salida a la calle, un nudo se formó en mi garganta, Kai me miraba como si quisiera matarme, como si disfrutara verme sintiéndome así.

—¡Ayuda!—Golpeé el portón con desesperación, por lo mínimo si alguien era capaz de oírme sabrían que había estado ahí.

—Más te vale que hagas silencio. —Oí la voz de Kai, ahora enojado. Lo mire de reojo y mi corazón cayó al suelo cuando ví que lo que llevaba en su otra mano era un cuchillo, golpeé con mayor desesperación el portón, mis gritos eran ahora lo único que podía oír.

Nadie respondía desde el otro lado, era inútil. Sentí las lágrimas empapar mi rostro, y un peso inundar mi pecho, como si me faltara el aire.

Oí un ruido metálico cercano, haciendo que mi esperanza volviera a renacer, miré a los lados tratando de saber de dónde venía el ruido, un suave movimiento delante de mí me hizo reaccionar, el portón se estaba abriendo.

Please Use Me Like A Drug - Choi Yeonjun TXT  [EN EDICIÓN Y CORRECCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora