Treinta y cinco.

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Ambas salimos de la tienda para darnos cuenta de que ya había anochecido, ella me aseguró que me acompañaría a casa, pero cuando íbamos a mitad de camino atendió una llamada "urgente" le dijo al conductor que la dejara a ella y me trajera a mi hasta el mirador.

—¿Pero que ocurre? —Le pregunté rápidamente antes de que el carro arrancara nuevamente.

—Es un asunto que debo atender. —Dijo, pero no lucía preocupada o apresurada, me lanzó un beso y sacudió su mano mediante el automóvil se alejaba, dejándome desconcertada.

El taxista mantuvo el silencio hasta que llegamos al mirador, el sitio oscuro y con apariencia de abandonado siempre hacía que los conductores se preguntaran si era seguro dejarme ahí, hasta un conductor desconocido se preocupaba más por mi que mi propia madre. Me bajé del auto y el conductor arrancó, por lo menos no esperó hasta que entrara como solían hacer de vez en cuando.

Revisé mi bolso dándome cuenta de que no tenía llave del mirador, toqué con los nudillos la puerta de madera esperando una respuesta.

¿Tal vez Yeonjun había salido?

Volví a tocar ahora con el puño cerrado, cerré los ojos y acerqué mi oreja a la puerta, escuché a la distancia los pasos de Yeonjun acercarse y extrañamente me puse nerviosa, recorrí mi atuendo con la mirada, me sentía un poco ridícula llegando vestida a casa como si fuese a ir a una cena elegante.

Noté que Yeonjun no había abierto la puerta aún, cerré mi puño para volver a tocar y en ese mismo instante la manilla sonó y la puerta se abrió lentamente, al inicio no salió nadie, pero segundos después se asomó un Yeonjun sonriente vestido de... ¿Traje?

Si, Yeonjun llevaba un traje negro y de fondo un camisa blanca, un delgado collar caía de su cuello y su cabello negro como la noche caía agraciadamente sobre su rostro. Parecía un ángel, sus preciosas facciones lucían aún más perfectas de lo acostumbrado en el traje formal que llevaba puesto, casi podía sentir que había muerto y despertado en el cielo tan solo de ver sus preciosos ojos mirarme, amaba la forma que tomaban sus labios cuando sonreía, lucía tan delicado, tan irreal.
Sus ojos recorrieron mi cuerpo y su sonrisa se amplió, no pude evitar sentir el cosquilleo invadir mi cara.

—Bienvenida, Ángel. —Dijo terminando de abrir la puerta quedándose de pié junto a esta, escondía su mano izquierda detrás de su espalda e hizo una pequeña reverencia mientras pasaba junto a el, no dejaba de observarme de pies a cabeza. —La noche de hoy luce mucho más preciosa que de costumbre. —Extendió su brazo para que colgara mi mano de él. Accedí a hacerlo y comenzó a caminar junto a mi.

Reí ansiosa, ¿Qué estaba ocurriendo?
—Hola. —Logré decir después de una corta risa nerviosa. —¿Por qué vistes así?

El me miró serio, con sus ojos bien abiertos haciendo contacto visual directo conmigo. —El día de hoy he preparado una cena para la dama más preciosa del planeta, eso amerita vestir formal. —Dijo manteniendo el tono de voz elegante, trataba de no reír pero se me hacía imposible, las mariposas hacían cosquillas en mi abdomen. —Quiero mencionar que mi encargada hizo un excelente trabajo, te ves increíble.

—Sabía que estabas detrás de todo eso. —Apunté mientras subíamos las escaleras, el detuvo su paso repentinamente, quedando dos escalones por debajo de mi, nuestras estaturas coincidieron por primera vez, lo veía directamente de frente.

—Cabe destacar que no te hace falta nada para lucir increíble. —Ladeó su cabeza. —Pero definitivamente esta noche pareces una hermosa estrella.

Bajé la cabeza avergonzada, no sabía como reaccionar ante la lluvia de cumplidos que salían de los labios de Yeonjun para mi, ¿Realmente merecía ser tan afortunada?

Please Use Me Like A Drug - Choi Yeonjun TXT  [EN EDICIÓN Y CORRECCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora