Treinta y seis.

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Amanecí en el paraíso.
Y definitivamente el paraíso era estar enredada en las sábanas con Choi Yeonjun dormido a mis espaldas rodeándome con sus brazos y entrelazándo nuestras piernas después de haber hecho el amor durante toda la noche, no había sueño que se pudiera comparar al hermoso sentimiento que invadía mi pecho, me sentía la chica más afortunada y feliz del mundo en ese mismo instante.

Sentí la mano de Yeonjun acariciar mi cabello, ya había despertado lo cual me daba libertad para poder estirar mi cuerpo sin miedo a despertarlo.

Estiré mis piernas lentamente dándome cuenta de que me dolía mucho el cuerpo, esbocé una sonrisa al recordar la razón, no estaba tan mal después de todo. Los brazos de Yeonjun se enrollaron a mi alrededor y me atrajo hacia el terminando de cortar la poca distancia que quedaba entre nosotros, haciendo que nuestras pieles desnudas se tocaran por debajo de las sábanas, la sensación de su piel contra la mía era un nivel por arriba de cualquier maravilla existente, era fantástico.
Sentí sus labios besar mi nuca y mi piel se erizó, mordí mi labio ante la emoción.

—Buenos días, Ángel. —Dijo detrás de mi con su voz ronca de recién despertar. Sentía el aire cálido salir de su nariz hacerme cosquillas en el cuello.

—Buenos días, mi amor. —Respondí acariciando sus manos que se encontraban rodeando mi cintura. Sentí su cara hundirse en mi cuello haciendo que me encogiera ante las cosquillas que me causaba.

—¿Me dijiste mi amor?—Preguntó entre risas mientras me hacía cosquillas en el cuello.

Me volteé encontrándome con sus preciosos ojos entrecerrados, la luz del amanecer bañaba sus facciones haciéndolo lucir más irreal de lo que ya acostumbraba.

—Es porque eres mi amor. —Dije acariciando su rostro, casi podía sentir corazones latentes flotando en el aire, mi pecho podría explotar de amor en ese mismo instante si quisiera. El sonrió con dulzura al escuchar mis palabras, me hundí en su pecho en un abrazo causando que nos convirtiéramos en un nudo humano.—¿Dormiste bien? —Pregunté mientras oía sus suaves latidos a través de su pecho, sentí la punta de sus dedos acariciar mi piel, era maravilloso.

—¿Tú qué crees?—Preguntó el. Reí en su pecho. —Ha sido la mejor noche de toda mi vida.

—Estás exagerando. —Respondí mientras me sonrojaba. El echó su cabeza hacia atrás para mirarme.

—¿Para ti no lo fue? —Arqueó una ceja, sentí su mano bajar por mi espalda. —¿O es que quieres que te la recuerde?

Solté su cuerpo para cubrir mi rostro con ambas manos, ¿Cuándo iba a dejar de alterarme así?

Sus dedos se hundieron en la piel de mi cintura haciendo que me retorciera inconscientemente —¡Yeon, no!—Chillé entre risas ante las cosquillas que me causaba.

El continúo haciéndome cosquillas hasta que me costaba respirar, luché para alejarme de el pero me tenía presa entre sus brazos y sus dedos moviéndose por mi abdomen, pateé tratando de poner distancia entre nosotros, estiré una mano con la cual logré alcanzar una almohada, me dí media vuelta y usé la almohada de escudo, la cual sirvió para que me pudiera parar de la cama, cosa que segundos después había sido inútil porque Yeonjun se puso de pié detrás de mi y me jaló desde atrás para volver a lanzarme a la cama.

—Piedad, porfavor. —Dije tratando de contener las lágrimas de la risa. —Te doy lo que quieras, pero déjame en paz. —Chillé. Yeonjun detuvo sus dedos, me encogí con el miedo de que volviera a hacerme cosquillas.

—¿Lo que quiera? —Preguntó el. Yo guardé silencio, solo lo había dicho para que me dejara en paz. —Ya dijiste que me darías lo que quiera, ahora debes cumplir.

Please Use Me Like A Drug - Choi Yeonjun TXT  [EN EDICIÓN Y CORRECCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora