Treinta.

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Mi madre cerró la puerta de la habitación detrás de ella, entro dando pequeños saltos, tenía una alegre sonrisa que contrastaba con mi mal ánimo.

—¿Qué te dijo? —Preguntó al sentarse en mi cama junto a mi, la miré seria. —Agh, que malhumor.

Giré los ojos. —Le dije que no volviera a hablarme. —Le respondí, ella abrió los ojos con asombro al mirarme.

—¿Estás loca? —Dijo incrédula. —Es el hijo de Nabil Huening.

La fulminé con la mirada. —¿Y eso qué? —Le dije. —Su dinero no hará que me enamore de el.

—Kat. —Dijo mi madre pareciendo ofendida. —Es guapo, alto, estudioso, millonario y de muuy buena familia, además se comporta como todo un caballero cuando estás ahí, es el mejor sueño que podrías vivir en la vida, y vienes a decir que no "te enamora"?

—Así es. —Le dije. —Soy Pro-Sentimientos.

Me puse de pié para ir al baño cuando la voz de mi madre me detuvo. —¿Te gusta alguien más?

Suspiré antes de dar media vuelta para encararla.
—Así es. —Tragué saliva.

Ella asintió y apretó los labios.
—¿Es quien te dió esa ropa de delincuente?—Me apuntó de forma despectiva.

—No es ropa de delincuente, es ropa. —Volteé para mirarla de frente. —Y si, me mojé con la lluvia y me prestó ropa. ¿Algún problema?

No supe definir la mirada que me dió mi mamá, sus ojos reflejaban... ¿Decepción?

—Por creer en los sentimientos es que estoy así, sola. —Dijo ella. —Por preferir al hombre que supuestamente amaba por encima del que me convenía, y no pienso permitir que hagas lo mismo, te prohíbo que veas a ese muchacho.

Reí por lo bajo.
—Por más que digas que me prohibes verlo, lo veré. —Volví a girar hacia la puerta del baño y giré la majilla. —Y si tus planes son que esté con Hueningkai, lamento decirte que eso jamás pasará.

+×+

Levanté la vista, el edificio frente a mi era imponente, había estado ahí mil veces antes pero nunca había logrado sentirme cómoda. Entré a este y me dirigí a Mary, la secretaria de mi padre, quien estaba cabizbaja detrás de un enorme mostrador plateado.

—Hola.—Dije sonriente pero avergonzada, ella levantó la cabeza y enfocó la vista, no parecía reconocerme. —Soy Katherine, la hija de Minwoo.

Ella abrió los ojos con sorpresa, una sonrisa resplandeció en su rostro, desde que tenía memoria ella había estado encargada de organizar las citas de mi padre, y obviamente sabía que yo no necesitaba una cita.

—¡Querida!—Dijo alegremente. —Qué grande estás, tenía mucho sin verte, ¿Vienes a ver a tu padre?—Asentí. —En este momento está ocupado, pero apenas termine le diré que estás aquí, sé que cancelaría todo por verte.

—Está bien, gracias. —Dije dándole una sonrisa amable, si realmente fuera tan importante estaría más al pendiente de mi, pero no iba a ser rencorosa como mi madre.

Tomé asiento en la sala de espera, la noche anterior había tomado una desición que no había consultado con nadie, pero de la cual estaba segura de que no me iba a arrepentir, y necesitaba ayuda de mi padre para hacerla posible, sonaría extraño pero me ponía nerviosa ver a mi padre, no lo veía desde hacía muchos meses atrás, el siempre era amigable conmigo, pero no sentía un  vínculo intenso entre los dos, sabía que era un hombre muy ocupado, pero mi madre siempre lo culpaba de no estar al pendiente de mi, aunque el el fondo nunca sentí que me hiciera falta. Yo sabía muy poco o casi nada de sus negocios, solo sabía que tenía empresas y acciones por todos Estados Unidos y en Asia, de donde provenía, a veces no entendía como mi madre entre tantas personas en el mundo, había escogido a un Coreano en Estados Unidos. Reí por lo bajo ante mi pensamientos, yo estaba con un Coreano en Estados Unidos.

Please Use Me Like A Drug - Choi Yeonjun TXT  [EN EDICIÓN Y CORRECCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora