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Betty se encontraba completamente dormida en los brazos de Jughead mientras Gladys y ellos esperaban sentados en asientos de aeropuerto a que sea hora de su vuelo.

-Cariño ¿tienes hambre? -dijo la mayor acariciando el cabello de Jughead-

Él asintió con la cabeza y ella besó su mejilla.

-¿Quieres ir a comprarte algo?

-No quiero despertarla.

-Quizá ella tambien tenga hambre.

Jughead acarició el cabello de la rubia y besó su mejilla.

-Betts -murmuró acariciando su mejilla-

Ella despertó y lo miró poniendo una mano en su frente.

-Mjm, no pongas tu mano en mi cara, pequeña.

Ella bufó y él rió.

-¿Tienes hambre?

-No.

-¿Si vamos a comprar donas tienes hambre?

-Si.

-Muy bien -rió- vamos.

Ella se paró y Gladys besó la mejilla del pelinegro.

-Traeme una.

-Bien.

Los dos caminaron hasta la tienda de donas y Betty sonrió señalando una dona con glaseado de arcoiris.

-Papi quiero esa.

-Amor, esa tiene el mismo sabor que la del glaseado rosa, solo que sale el doble.

-Pero papi, arcoiris.

-Amor, no.

-Porfi, no te pido nada nunca más en la vida entera.

Él rió y besó sus labios.

-Mi mamá va a matarme.

Minutos despues, los dos se alejaban del lugar, con una caja rosa con tres donas dentro. Al llegar a donde estaba Gladys, se sentaron, y Jughead abrió la caja.

-¿Gastaste dinero en eso, Jughead?

-No me mires a mi.

-Es que- es que es linda. -dijo Betty con un puchero-

-No le pude decir que no -dijo el ojiazul mirando a su madre-

Ella suspiró.

-Bien.

-Juggie me compró un dulce.

-Y te dije que no digas que lo hice -suspiró-

-Lo siento,Juggie. -dijo bajando la mirada- no te enojes porfis.

Él la abrazó y besó su mejilla.

-Si alguna vez me enojo por una estupidez tienes permiso de golpearme.

-No te voy a golpear, Juggie. Eso duele.

-Por eso.

Mientras los tres comían sus donas, Jughead miraba su celular, y su madre se asomaba disimuladamente para verlo también, mientras Betty solo miraba su dona.

-¿Con quien hablas?

-Los chicos.

-¿Quienes son los chicos?

-Los mismos de siempre, mamá. No preguntes, ya se que estás mirando.

-Son maleducados.

-Lo se.

-¿Y porqué no les dices nada?

-Porque no es mi responsabilidad. Lo que si es mi responsabilidad es sacarte esto a ti porque es mucha azucar -dijo Jughead quitandole las gomitas de la mano a Betty-

-Pero yo quiero comerlas ahora.

-Despues te vas a sentir mal y no quiero eso.

-Juggie damelas -dijo intentando quitárselas-

-No -dijo con firmeza en su voz- dije que no.

Ella se volteo, y abrazó sus rodillas con enojo.

-Enojate todo lo que quieras, no te daré esto.

Gladys rió y Jughead la miró.

-¿Que?

-Así eras tú cuando te diste cuenta de que yo te daba todo lo que querías. Es como verte cuidandote a tu yo pequeño.

-Basta mamá, yo tenía como trece.

-Yo tengo dieciseis. ¡Y quiero mis gomitas! -dijo tenaz, dando un pisotón, con los brazos cruzados-

-Disculpa ¿quien dice que te daré lo que quieres por ser caprichosa?

-Jughead, no le hables así. Betty, Juggie te dará tus gomitas en... media hora. Por lo menos.

-Esta bien -dijeron los dos rindiendose-

-Pero tu duermes en el avión -dijo el pelinegro viendo a Betty-

-Bueno. ¿Puedo ir en el medio?

-Claro, princesa. ¿Porqué en el medio?

-Me dan miedo los aviones. Van muy alto y no me gusta.

Gladys rió y besó su mejilla.

-Tranquila, será un vuelo corto, y si te da miedo, tomaré tu mano ¿quieres?

Ella asintió y recostó au cabeza en el hombro de la más grande.

-Quiero irme a casa.

-Ya lo se -dijo abrazándola- cada segundo que pasa, falta menos.

-Cada segundo que pasa falta menos para que Jughead me de mis gomitas.

Little BettsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora