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La puerta del cuarto de Gladys sonó, y ella se levantó de su cama para abrirla, y ver a su hijo mayor parado frente a esta.

-¿Podemos hablar?

Ella asintió y ambos entraron y se sentaron en la cama.

-Betty tiene miedo de que nos peleemos para siempre. Quizá no deberíamos pelear.

Gladys rió levemente y acarició su mejilla.

-¿Así que Betty te dijo eso y se te fue el capricho?

-No. No quiero que ella llore así de nuevo. Así que no peleemos nunca más.

-Jug, sabes que eso no va a pasar. Es normal que no estemos de acuerfo en todo, y tienes diecisiete años, claro que vas a enojarte y a querer golpear puertas y gritar. Pero eso no significa que dure para siempre.

-Ella cree que sí.

-Betty no tuvo una familia con la que enojarse cuando se hizo adolescente. Siempre estuvo sola, no sabe como es. Yo hablaré con ella luego. Tu y yo no peleamos mucho, Juggie. Tu eres y siempre serás lo mejor que me pasó -dijo y él bajó la mirada- nunca te olvides de lo mucho que te amo.

-Mamá -suspiró- si yo le dijera a la gente que Betty es mi novia y no es tu hija ¿como te sentirías?

-Eso es horrible, Jughead, Betty es mi hija.

-Así me siento yo cuando niegas mi relación con ella. Betty es mi alma gemela, mamá. Ella y yo siempre vamos a estar juntos. Y no por eso algo va a cambiar entre los tres.

-Lo se -suspiró- también es difícil para mi ¿sí?

-Mamá, siento que hablamos de esto quinientas veces.

-Y sigues sin entenderme.

-No, tú no entiendes.

-Entiendo que Betty es importante para tí.

Él suspiro.

-¿Entonces cuál es el maldito problema?

-No hay ningún problema y bajame el tono, Forsythe.

-¡No! ¡Tu nunca me escuchas!

-¡¿Es un chiste?!

-¡Dime que mierda quieres, mamá!

-¡Una familia normal!

Jughead se quedó en silencio y asintió con la cabeza mientras sus ojos se cristalizaban.

Se volteó y caminó fuera de la habitación para entrar a la suya y llenar una mochila de ropa, tomó su celular, cargador, y auriculares, junto con cuatro libros. Escribió una nota en un papel amarillo y lo dejó en la puerta del cuarto de betty, hizo otra y la dejó en la mesa del comedor para salir de la casa. Su caminó siguió derecho a la estación de tren, en donde se subió al primero que salió hasta el primer lugar que pudo pensar.

En casa, Betty tomaba el papel que Jughead había dejado, sentándose junto a su puerta.

-No -murmuró desesperada- no no no. ¡MAMÁ!

El grito desesperado de Betty alarmó a su madre, quien corrió hacia ella y tomó la nota arrebatandosela mientras la abrazaba.

-¿Que es esto, Betts?

-Juggie -sollozó- mamá, Juggie.

  Princesita: Lo siento, debo irme por un tiempo. Necesito pensar, pero se que me necesitas. Llámame cuando tu quieras, siempre voy a contestar, nunca voy a dejarte sola. Pero mamá y tú estarán mejor sin mí, se que probablemente ahora no lo entiendas y está bien, pero ella sabrá.
  Quizá no nos veamos en mucho tiempo...pero estaré siempre para tí. Lo prometo. Tu eres el amor de mi vida y juro que no hay nada en el mundo que me pueda separar de tí.

Te amo.

Juggie.

Little BettsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora