🤍⏮-Lazo (omegaverse)

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"A veces la cabeza no recuerda lo que el corazón sí..."





—Vik me haces cosquillas—Reprochó entre pequeñas risitas mientras acariciaba el platinado cabello de su alfa.

—Lo siento...—Murmuró pero no detuvo aquellas ligeras lamidas que repartía en el estómago de su pareja.

—¿Por qué haces eso?—Preguntó curioso, aún con la duda miraba con cariño aquella extra acción.

—Porque es muy suave y... huele bien—Respondió bajito, esta vez refregando su nariz sobre aquella zona y gozando del dulce olor que de ahí provenía, era el olor de su omega pero con un toque más dulce.

—Es solo mi panza Viktor—Río ligeramente.

—Mm...entonces es la panza más bonita que he visto en el mundo—Reprochó volviendo a repartir ligeras lamidas y esta vez también delicadas caricias en el vientre moreno.

—¿Cómo?

—Mhm, como oyes...

—Pero...—Enternecido dejó salir otra de esas melodiosas risas que endulzaban los oídos del alfa.

—Además aquí tu olor es más dulce... y mi instinto me pide que te mime.

—Tu instinto siempre te pide eso...—Agregó divertido.

—Y mi corazón también—Murmuró volviendo a dejar un dulce beso en el mismo lugar, haciendo sonrojar a su omega tanto por sus palabras bonitas como por sus acciones cariñosas.

______

Eso fue tan solo una semana atrás, pues de un día a otro todo lo que habían construido juntos se había desmoronado. Por culpa de unos payasos todo se había ido a la basura... al igual que la memoria de Volkov.

Y es así como ahora se encuentran en esa situación: donde Horacio estaba sentado sobre el escritorio sin quitarle la mirada de encima al que era su pareja, quien se encontraba removiéndose en la silla frente a él; incómodo y agobiado. Y entendía eso último, Horacio comprendía que la amargura que había adquirido su aroma tras el incidente lograba causar esa reacción en su... en Volkov.

Mientras que hace tan solo una semana este mismo había alagado su aroma mientras compartían uno de tantos de esos cariñosos y lindos momentos que ahora se habían borrado por completo de la mente del ruso.

Y le dolía, le dolía demasiado, tanto su corazón el cual sentía estaba cayéndose a pedazos, preso de un incendio causado por el ardor que provocaba el no poder estar tan cerca como quisiera de la persona que amaba. Y la marca, aquel lazo que se materializaba en una marca de mordida en su cuello, misma que fue causada por el peligris y que antes solía lucir con orgullo por todos lados pero ahora se encontraba cubierta por una camisa de cuello alto que sentía que le asfixiaba.

Sin ser completamente consciente de que Volkov en su interior estaba siendo consumido por emociones que no comprendía y que mucho menos entendía de donde provenían. Sintiendo una necesidad enorme que no lograba descubrir qué era, pero que sabía tenía que ver con el chico de cresta sobre el escritorio que portaba una expresión afligida, que desprendía un olor amargo, y el impulso de querer calmar la tristeza en él.

—Disculpe... ¿Pue...-

—No, guarda silencio—Y tal como el de cresta morada había pedido no volvió a abrir la boca.

Permanecieron en las mismas posiciones por un rato más hasta que el silencio fue cortado por unos toques en la puerta.

—Adelante—Permitió Horacio.

—Jefe, disculpe que los interrumpa... pero... ¿ya terminó de hablar con Volkov?

—No, Parker, no hemos terminado de hablar.

—Vale, vale, ¿podría avisarme cuando acabe?

—10-4.

Y tal como había llegado se retiró de la oficina, dejando nuevamente al par envueltos en un silencio sepulcral.

Volkov evitaba mirar a los ojos al que parecía era su jefe. Mientras que esté lo único que quería era poder conectar con esa mirada gris azulada que adoraba y extrañaba, desesperándose al no conseguir dar con ellos.

—Volkov...

—¿Sí señ... jefe?—Se corrigió al instante, recordando las reprimendas que el imponente pero lindo omega peli morado le había dicho.

—...Ponte de pie, por favor—Pidió por lo bajo pero siendo acatado rápidamente, como si fuera una orden y Volkov reaccionara en automático ante ellas—Acércate—Nuevamente la acción solicitada fue cumplida.

El peligris avanzó un par de pasos que para el de cresta eran insuficientes, casi una burla para su omega interior, sin embargo, no dijo nada porque no solo se trataba de su comodidad sino también de la del alfa frente a él que ahora no le recordaba.

Quería decir algo, cada parte de su ser deseaba pedirle que le recordara y que recuperara todas sus memorias por arte de magia, pero eso era algo imposible de cumplir. Así que solo se resignó a cumplir con su rol de director del fbi.

—¿Jefe?—La grave voz de Volkov salió algo suavizada dejando desconcertado al dueño de esta, no era normal en él utilizar esos tonos y tampoco era normal esa irracional necesidad de abrazar al hombre frente a él al verlo tan perdido en su cabeza y con su aroma volviéndose cada vez más amargo. Se obligó a apartar esos ridículos pensamientos y a regañarse a sí mismo por tal falta de respeto a su superior.

—Eh...—El menor suspiró bajando la mirada hacia el suelo sintiéndose abrumado—Sé que no recuerdas nada... Volkov, y no quiero atosigarte con información... pero solo quiero que sepas que somos tu familia, todos aquí estamos dispuestos a ayudarte y estaremos contigo pase lo que pase...—Hizo una breve pausa para tomar aire en un intento de evitar que el nudo en su garganta y el dolorcito en su pecho siguieran aumentando—Aunque tú no nos recuerdes, nosotros estaremos para ti... ¿de acuerdo?...

—10...10-4, jefe.

—Vale... Ya puedes irte, te están esperando—Permitió aunque su corazón estuviese gritando por que no se fuese nunca.

Volkov se limitó a hacer el típico saludo militar antes de salir de la oficina, aunque su instinto le incitara a despedirse con un abrazo de su... jefe.

Su mente estaba hecha un lío, tenía una sensación de nostalgia al haber estado en esa oficina con Horacio, y se sumaban todos esos pensamientos que creía tan imposibles en sí mismo. Por otra parte, había algo que le estaba molestando, era un ligero dolor que sentía recorrer su cuerpo cada tanto tiempo, no tenía idea de qué lo provocaba pero era un sentimiento agobiante.

Sin embargo dentro de la oficina había alguien que sí que lo sabía e intentaba controlar sus emociones para que estas no afectaran y fueran molestas en el ruso.

Aunque era casi imposible para Horacio retener la tristeza, decepción, impotencia y la rabia que sentía. La situación le ahogaba, más aún tomando en cuenta que hace apenas un par de días se había enterado de su estado...

Estaba en cinta...
Estaban esperando un bebé y Volkov no le recordaba.

Era casi imposible mantenerse en pie cuando hasta el lazo que compartían empezaba a arder por la lejanía que mantenía con la persona que más amaba.





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"Volkacio AUs - One shots"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora