Capítulo 1: La noche de mis peores pesadillas.

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Once meses antes del prólogo.

POV SAM:

15 años de edad.

El corazón me duele, tengo mucho miedo y lo que pudiese ocurrir la noche de hoy me lleva a morder con ansiedad mis labios.

Llegando a su lujoso departamento llamo a la puerta, contando hasta diez internamente hasta vislumbrar su bonito rostro frente a mis ojos.

Es hermoso.

Tan hermoso que ni siquiera reflejaba ni un poco su oscura y violenta personalidad.

Samantha... —consciente de cómo saborea cada una de las letras de mi nombre en su boca se hace a un lado, invitándome a pasar al recinto de gran tamaño.

Lujoso, sombrío y de ambiente helado.

H-hola... —Tímidamente me recojo el cabello, haciéndolo a un lado hasta dejarlo posado sobre mi hombro.

—¿Qué quieres? Justo ahora me encuentro un poco ocupado...—arrastrando las palabras se acerca a la cocina, abriendo la nevera en busca de una fría cerveza.

<<Está ebrio...>>

O al menos eso me indica su fuerte aroma a aguardiente, y su desaliñada y desastrosa apariencia. Contrariamente a como luce durante el día a día.

—Necesito hablar contigo un momento, te prometo que no te robaré muchos minutos...—Jugueteando con los dedos poso la mirada sobre el suelo, sin atreverme a verle a la cara.

—¿Qué quieres?—bufando cierra la nevera de un portazo, instandome a soltar un brinco involuntario ante el brusco movimiento —¿Acaso no ves que me duele la puta cabeza? —medio tambaleándose llega a mi costado, tomando mi barbilla con cierta diversión —.A menos que quieras hacerme una mamada con esa bonita boca que tienes. Así tal cual te lo enseñé... —acariciando mis labios trago grueso. Repitiendo en mi mente el motivo de mi rápida visita.

—Quiero terminar ésta relación.—admito al fin, cerrando ambos ojos al ser consciente de cómo cada músculo de su cuerpo se tensa de momento.

—¿Qué tú quieres qué? —interroga con frialdad, congelando cada uno de mis huesos ante el miedo.

Tú puedes, Sam. No podía continuar siendo una cobarde. Ya no más.

—Terminar. Creo que ya esto no es lo mismo y....—Lo que tanto me temía se ha vuelto a hacer realidad.

Su mano abierta impacta contra mí rostro, volteandome la cara y dejando mi mejilla roja y adolorida.

—¡A mí ninguna perra me va a terminar! —cogiendome del cuello me empuja contra el sofá oscuro de su sala, apuntándome con su dedo realmente furioso —¡Tú eres mi maldita mujer y lo dejarás de ser cuando se me de la maldita gana!

El desespero me recorre de pies a cabeza, nada de lo que planee estaba sucediendo, y absorbida por el pavor decido encararlo.

—¡Pero ya yo no quiero! —Por primera vez en toda mi vida le alzo la voz, con los ojos inundados en lágrimas y ciertamente temerosa por lo que ahora me pueda pasar.

Seducida por un Clarck (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora