Seducida por un Clarck (II)

Capítulo 6: Carrera de motos.

POV SAM:

<<¿Aunque te confieso algo? Sí me causa cierta intriga el ver que tan vivaz eras antes…Pero sobre todo, conocer la causa que te destruyó.>>
 
<<No tienes ni una idea de lo que has hecho.>>
 
Santo Cristo...
 
¿Qué se supone que acaba de pasar?
 
Es decir, el plan era aislarme. Inhalar un poco de aire para despejar mis emociones. Ordenar cada una de mis ideas y mantener de ésta forma el autocontrol conmigo misma.
 
¿Lo que sucedió?
 
Absolutamente todo lo contrario, para mí pesar.
 
Mi corazón late muy rápido y desbocado dentro de mi pecho. La rabia, nervios y un sin fin de sensaciones de todo tipo me abruman, llevándome a recordar una y otra vez su imagen relajada.
 
Pensativa, descarada y ridículamente sensual.
 
Supe de inmediato que mi plan de despejarme se había ido directo y rotundo a la fregada en el segundo en que su espalda musculosa y desnuda me saludó  de improvisto cuando pisé aquella azotea.
 
Dejándome perpleja y aturdida.
 
¿La razón?
 
Aquella aura tan imponente, alzada, misteriosa y atractiva.
 
Aaron lucía —como la mayoría del tiempo—muy parecido a una mismísima criatura maligna con aquel cigarrillo en medio de sus dedos.
 
Cabello tan negro como las plumas de un cuervo y de contextura tan gruesa, dura y alargada que el poder y peligro que detona dejaba a las personas a su alrededor en medio de una desesperante necesidad de querer huir, a su vez que quedarse y admirarlo durante interminables  siglos.
 
Y el sinfín de tatuajes adornando gran parte de su pálida piel tampoco es que ayudara a lograr con éxito el liberarse de su embrujo.
 
Gran parte de su cuerpo estaba tatuado.
 
Brazos, pecho, espalda y cuello.
 
Teniendo en aquellas zonas diversos diseños que en más de una ocasión me pusieron a retener el aire en mis pulmones. Preguntándome cada uno de sus significados.
 
La rosa negra en su cuello.
 
Ciertas figuras geométricas que aparentaban ser una especie de jeroglíficos entrelazados entre sí en el área de su brazo. Iniciando desde su hombro hasta llegar a la muñeca.
 
En el pecho, específicamente en su pectoral izquierdo mantenía una especie de pequeña brújula con la letra A dibujada en el centro.
 
Tan perfectamente trazada que mentalmente hasta alabé el trabajo de la persona que lo tatuó.
 
Y el último...O al menos eso creo—Y el que más me impactó— Fue el enorme dragón negro que se abrazaba a la piel de su abdomen altamente definido.
 
El cual Inicia desde la base de su cuello, cruzando su pectoral derecho, estómago, hasta perderse debajo de la cinturilla de sus pantalones.
 
Era una obra demasiado majestuosa y mística. Tan llamativa que por un par de segundos me dejé llevar, desviando mis dedos para acariciar parte del mismo.
 
Un ligero momento de estupidez de mi parte, cabe recalcar. Aún cuando en parte lo que quería era demostrarle un punto.
 
Justo el de: No me dejo intimidar por tu obvia belleza, idiota.
 
¿Con lo que me dejó fuera de base?
 
El que se atreviera siquiera a mencionar mi pasado.
 
Y nombrarlo indirectamente a él...
 
A ellos, mejor dicho.
 
Ya que no había sido únicamente sólo una persona la que se había encargado de intentar acabar conmigo. Sino dos las que a fin de cuentas se llevaron el mérito.
 
Más no lo admitiría nunca.
 
Por muy hundida que me sienta en mis más oscuros momentos, continuaba negándome rotundamente a demostrarle a mis verdugos la profunda huella que dejaron impresa en mi cuerpo y pensamientos.
 
Eso sería concederles la victoria.
 
Y yo no estaba dispuesta a permitirlo. Jamás.
 
Azorada termino de volver a la seguridad de mi alcoba, pudiendo lograr dormir por al menos durante tres horas.
 
Al volver a despertar me arreglo para ir a clases. Continuando con lo mismo hasta que por fin llega el tan deseado fin de semana.
 
Fechas en donde muy merecidamente me permito un breve respiro. Como ahora, que en la comodidad de mi sofá veo televisión con un tazón de palomitas en medio de mis piernas.
 
Ya cuando voy por la mitad de la segunda temporada de The Vampire Diaires percibo el zumbar de mi teléfono móvil, notando confundida una llamada entrante por parte de mi primo.
 
Sean White.