Capítulo 38: Hombre de acero.

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POV ATHENA:

Siete años de edad...

—¡Thena ya! ¡Déjame en paz!  —riendo a carcajadas lo persigo por toda la sala con el peludo gato de mi vecina entre las manos, observando a mi hermanito Damen aterrorizado huir de mi persona.

—¡Eres un miedoso! ¡Eres un miedoso! —canturreo divertida sacándole la lengua, esquivando un par de sofás que se interponen en mi camino.

—¡Aleja esa cosa de mi! —protesta enojado, fulminandome con sus grandes y azules ojitos —¡Le voy a decir a mamá! ¡Detente!

—¡Oh vamos! ¡No seas un soplón! —sonrío, alzando un poco más al pequeño felino —.Ademas, míralo, es realmente adora... —no termino de culminar la oración ya que torpemente me tropiezo con uno de los carritos de juguete de mi otro hermano Eros, cayendo dolorosamente contra el suelo a diferencia del ágil gato que logra safarse y largarse rápidamente con bastante elegancia —¡Auch! —protesto mientras los ojos se me llenan de lágrimas, sujetando con mis dos manos mi rodilla adolorida.

—¡Athena! —Damen se regresa asustado y con el rostro pálido, y hasta ahora es que noto que un par de lágrimas ahora secas se habían deslizado por sus mejillas debido al miedo —¿Estás bien? —frunce su pequeña nariz preocupado, acuclillandose para quedar a la altura de mi herida —Estas sangrando... —explaya los ojos de par en par, llevando su manita regordeta y en miniatura a su boca —¡¿Ves lo que provocas?! —se enoja de repente, escandalizandose al visualizar tanta sangre.

—Shhh, haz silencio o mamá se dará cuenta —le ordeno como su hermana mayor, y el muy refunfuñon arruga la nariz en desacuerdo.

—Igual se va a dar cuenta —se encoge de hombros, luciendo enfadado —Eso te pasa por ser una mala hermana —me señala con su dedo —¡Te dije que te detuvieras!

—Si, si, ya. Ya me di cuenta que eres todo un miedoso —me burlo, sujetando en una cola mi cabello negro para poder levantarme.

—¡No soy un miedoso! —protesta berrinchudo. Y realmente luce cómico con su pijama de color azul marino sobre Bob esponja.

—Supongamos que te creo... —le guiño el ojo, sonriendo de medio lado —Mejor ven y ayúdame a limpiarme la heri...

—¡Athena! —me paralizo de inmediato mascullando una palabrota en mi cabeza cuando oigo su voz preocupada a mis espaldas, dandome lentamente la vuelta con una sonrisa de inocencia adornando mis labios —¡Cielos, hija! ¿Que te he dicho?

La figura de mamá se adentra a la estancia con angustia en sus lindos ojos grises y un bebé de cabello oscuro en sus brazos, acercándose a mi con rapidez para poder inspeccionar a detalle el raspón que me realice accidentalmente en mi rodilla.

—Estoy bien... —le aseguro, encongiendome de hombros —Fue solo un accidente. Me encontraba bailando y...

—Si, claro —Damen realiza el tonto gesto que ha adoptado de papá desde hace días, blanqueando los ojos como si estuviese en desacuerdo —Me estabas persiguiendo con el feo ga... —lo fulmino con la mirada en una silenciosa amenaza, logrando que se quede en silencio antes de que me deje al descubierto.

—Hija, ¡por Dios! —mamá niega de lado a lado, ubicando a mi hermanito Bastian sobre el cómodo sofá a su lado.

Que aunque estaba por cumplir sus tres años, era un niño bastante activo y travieso. Pero sobre todo, muy adorable y hermoso.

Aún recuerdo la vez en que mamá tan solo se despistó durante cortos segundos, y ya el inquieto y tonto bebé estaba tratando de encajar un tenedor en uno de los enchufes.

Seducida por un Clarck (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora