Capítulo 39: Titanes.

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POV DAMEN:

—Creo que ya es suficiente por hoy, guapo —la camarera sonríe con amabilidad mientras me empino lo que sobra del onceavo trago de Whisky en las rocas, negando de lado a lado con una balada exasperante reproduciéndose por los parlantes del local.

¿Qué mierda de música era esa?

—Nadie te pidió tu opinión —gruño enojado, limpiando el borde de mis labios con el dedo pulgar de mi mano derecha.

La mujer bufa ofendida tras darse la vuelta y largarse por dónde vino, mascullando seguramente algún tipo de insulto hacia mi persona debido a mi mal humor y pésimo estado.

La verdad es que ni la culpo.

Tenía alrededor de casi cuatro horas plantado en el bar en el que había aparecido temprano por la tarde. Con cientos de pensamientos revueltos y difusos atormentando en mi cabeza y una cuenta larga y costosa de alcohol por pagar en dicho establecimiento.

¿Cómo era posible que una persona mandara a la mierda el esfuerzo y dedicación de tantos años?

Resquebrajando muro a muro. Piedra por piedra.

Igualando o superando el carácter que había forjado, siendo aquella mujer indomable, única y capaz de hacer tambalear todas mis creencias.

El romance y la cursilería no era lo mío. Ni las relaciones formales, o distracciones por culpa del sexo.

Yo siempre voy a lo que voy. Sin desvíos ni complicaciones.

Sin una tediosa y jodida Samantha White reaparecidose una y otra y otra vez en mi mente sin descanso.

Aquella maldita vanidosa era un jodido dolor de cabeza.

No lograba concentrarme en lo que debo y ya entiendo a Elijah Clarck del por qué siempre debía de cuidarme y empezar a pensar en frío y con claridad. Excluyendo de mi vida todo tipo de debilidad y sentimientos.

—Joder... —gruño cuando me percato del montón de mensajes por parte de Elisabeth y Eros respecto a ciertos inconvenientes que presenta la empresa durante las últimas semanas, sumados a otros de Steve White tratando de coordinar una reunión urgente para poner sobre la mesa de una vez por todas todo lo referente al ex de su hija.

Su jodida hija.

—Dios, no te soporto... —me masajeo las sienes observando la fotografía que nunca fui capaz de borrar en mi teléfono ¿La razón? La desconocía por completo. Pero siempre que lo consideraba no era más que un cobarde de mierda incapaz de desaparecer una estúpida imagen.

Era de noche, con el paisaje de una tranquila playa de fondo. El mar resplandecía bajo la luz de la luna, y justo en el centro, a orillas del mar y su suave oleaje, la mujer de escandalosas curvas, de cabello rojo, largo, húmedo y ondulado cayendo sobre su espalda, pies descalzos, vestida con un atuendo ajustado a su suave y palida piel me estremecían. Al igual que sus labios rojos entreabiertos, luciendo una enorme sonrisa mientras con la mirada brillante y perdida me observaba sujetándola, con sus dos brazos alrededor de mi cuello y los míos en torno a su estrecha cintura. Tomándola con firmeza.

Aquella noche fue una jodida locura. Desde el inicio de la fiesta en aquel yate situado en una de las playas de Dubai, hasta el día siguiente en dónde ni ella, ni yo al principio, recordabamos absolutamente nada.

Drogados hasta la mierda. Pero con los sentimientos y las emociones más claras que nunca.

O eso creíamos.

<<—Esto no cambia el hecho de que el día de mañana nos odiemos. Lo sabes, ¿No? —susurra a centímetros de mis labios en lo que Bastian parlotea alguna mierda sobre promesas, salud, enfermedad y unos supuestos anillos, provocándome con aquella sensual mirada que solo ella podía proyectar.

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⏰ Última actualización: Oct 21 ⏰

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