Capítulo 25: Te extraño.

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POV SAM:

Detente. Percibo el susurro demandante en mi cabeza.

¡Samantha, frena! Una vez más insiste sin cesar, colisionando  de forma abrumadora con aquellas sensaciones salvajes que me producen los dedos maliciosos de Damen al aferrarse a mi cintura.

¡Alto!

De un brinco reacciono sobre el mesón abrumada, dando un fin certero a la arrebatada situación que era el estar permitiendole a Damen Clarck volver a tocarme.

—No —sacudo la cabeza bastante turbada, empezando a distinguir el fastidioso picor de las lágrimas agrupándose dentro de mis ojos—.Damen....No.

El rubio contrario a lo que me esperaba se detiene de inmediato, apoyando su frente perlada en sudor contra mi hombro.

El silencio tenso, asfixiante y extremadamente incómodo se instala entre los dos, siendo únicamente que su pesada respiración y el retumbar de los latidos de mi corazón lo que torturan mis oídos. 

¿Qué acaba de pasar? No dejo de preguntarme.

O peor aún...¿Qué se supone que estamos haciendo?

Confundida hasta la médula visualizo al ojiazul aún en medio de mis piernas, no realizando ni el más mínimo movimiento para buscarme, pero tampoco intentando siquiera alejarse.

Sus manos firmes reposan por encima de mis muslos, manteniendo su postura impasible y tranquila, con lo que me sospecho ambos ojos cerrados y su irregular respiración causándome cosquillas en la piel.

—Damen, por favor... —susurro con agustia, siendo verdaderamente dolorosa su tan íntima cercanía.

—Joder, Sam... —gruñe notoriamente molesto —.Sólo...no digas nada —me pide. Necesitando de alguna extraña forma este incomodo momento entre los dos.

Tras largos minutos después apoyo ambas manos sobre sus hombros, empujando un poco para poder separarnos, dejando ante mi la imagen electrizante del mayor de los Clarck observándome con...ese maldito no se qué que me produce temblores y escalofríos.

Ojos hermosos, cejas rubias bastante espesas, nariz recta y labios carnosos.

Todo en su rostro era digno de un Dios muy poderoso. De aquellos de belleza tan infinita como en la mitología griega, tanto que su simple presencia doblegaba hasta al más fuerte de los mortales. 

—¿Qué se supone que ha sido eso? —me armo de valor para enfrentarlo, cada vez más alterada con el tornado de emociones que su compañía me emite.

—¿A qué te refieres? —me fijo en cómo lentamente se adapta a su comportamiento habitual, preparándome psicologicamente para la inevitable guerra que con ella se avecina —¿Acaso nunca te has enrollado con alguien en los baños? —bufa fastidiado.

—Eres tan idiota —Enfadada no me explico como alguien puede ser tan bipolar, ya harta y exhausta de sus cambios de estado de ánimo.

—Lo que digas —se encoge de hombros, y definitivamente Damen Clarck no sería Damen Clarck sin su fiel imbecilidad siendo su cualidad favorita.

—¡Al demonio! —De un salto me ubico nuevamente sobre mis pies, ahora sí abandonando el maldito baño y lo más importante, dejando atrás al hombre más insoportable de los tiempos.

Aquel que esta vez no me ha frenado. 

◇◇◇◇

La madrugada anterior...

Seducida por un Clarck (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora