-¿Estás de broma verdad?.- Preguntó Jennie como por quinta vez aún sin poder creer del todo lo que la rubia junto a ella había dicho hace unos minutos atrás- ¿Cuándo?
-Hace unos cuantos días. Me invitó a cenar luego de terminar nuestra guardia para charlar acerca de mi idea de elegir cirugía cardiotorácica como especialidad y creo que bebimos mucho vino, lo cual nos hizo terminar en su apartamento.
-¿Entonces? ¿Qué ocurrió luego?.- Insistió la castaña.
-Pues nos despertamos con una terrible jaqueca completamente arrepentidas por lo sucedido y decidimos solo olvidar lo que pasó. -Rosé se encogió de hombros desviando la mirada.
-Te gusta.- La afirmación por parte de la morena provocó que ella se sonrojase de inmediato.
-Claro que no, solo somos amigas.
-Pero tu quieres más que eso ¿No es así?.- La rubia permaneció en silencio con la mirada perdida en un punto fijo en la pared frente a ella con algunas ventanas algo empañadas.
Y la verdad es que no podía negar lo que era evidente, mucho menos a Jennie quien además de ser su mejor amiga había pasado por una situación increíblemente familiar. No sabía exactamente desde cuando había comenzado a sentirse atraída por la titular pelinegra, tal vez todo había comenzado la primera vez en que ésta presentó algo de interés en ella, algo que inconscientemente había estado esperando. Pues parecía ser que aquel carácter frío y semblante serio que la cirujana solía mantener frente a todos cambiaba cuando estaba a solas junto a ella, y eso le gustaba, le gustaba sentir que podía cambiar a alguien con solo ser ella misma.
-Ella jamás se fijaría realmente en mí, es decir, somos distintas y su política de 'no te relaciones con alguien del trabajo' complican mucho las cosas.- Murmuró.
-Sólo dile como te sientes. Ella necesita saberlo para que no pueda utilizarte.- Jennie hablaba con experiencia- De lo contrario solo te la pasarás sufriendo como yo lo hice.- O más lo sigo haciendo, pensó.
-No lo sé. Quizás solo deba dejarlo pasar y ya esta.
-Sabrás lo que debes hacer en cuanto la veas. Es tu decisión.- Dijo la castaña tomando una de las manos de su amiga brindándole todo su apoyo.
De un momento a otro sus viper comenzaron a sonar anunciando un llamado de emergencia, ambas dejaron a atrás aquella atmósfera en que se habían visto envueltas en los últimos minutos para comenzar a correr hasta urgencias. Todos en el lugar se preparaban para recibir a los heridos del un derrumbe de un edificio en el centro de Seattle. Luego de recibir las órdenes de Sana quien era la titular a cargo, todos tomaron guantes y batas para correr hacia la llegada de las ambulancias.
-¿Qué tenemos?.- Kai se acercó a la primera ambulancia desde donde dos paramédicos bajaban una camilla con un hombre que presentaba múltiples quemaduras visibles en gran parte de su cuerpo.
-Bombero de treinta y tres años, hubo fuego después del derrumbe y el ha quedado atrapado antes de poder dejar el edificio. Presenta quemaduras de tercer grado, saturación bajo los noventa y bradicardia. Estaba bajo un gran bloque de cemento cuando lograron sacarlo.
-Bien, vamos a llevarlo a trauma dos. Kim y Park están conmigo.- Decretó el cirujano de traumas mientras guiaba la camilla al interior del hospital- ¿Qué tal su pulso doctora Kim?
-Es estable.
-Señor, ¿Puede decirme su nombre?.- El hombre quien se quejaba a gritos retorciéndose en la camilla apretó los dientes para lograr contestar.
-Soy Preston Evans.- Dijo en un susurro.
-¿Cómo es que sigue consciente?.- Preguntó Rosé de la misma forma a Jennie.