Tres días habían pasado desde ese agitado accidente que habían sobre exigido a todo el personal del hospital, y uno desde que la paciente se había despertado. Lisa seguía visitando a Tara en sus ratos libres, aún cuando ella ya había despertado y hasta había conocido a su novio, un chico gentil que se había unido hace muy poco a la academia de policías y el cual se pasaba horas en la habitación junto a su chica y Tobby, un fuerte y sano bebé que había conseguido dejar la unidad de cuidados intensivos neonatales justo un día después de su nacimiento. La neurocirujana y la chica en la camilla junto a ella reían a causa de un chiste dicho por la ojiverde justo cuando leía un libro para Tara.
-¿Por qué lo haces?.- Preguntó la rubia mientras miraba a la cirujana quien cambiaba de página concentrada.
-Pues me gusta leer.- Contestó con simpleza.
-No.- Dijo Tara llamando la atención de la rubia quien la miró frunciendo el ceño- ¿Por qué vienes aquí todos los días para charlar conmigo como si fuese la persona más interesante dentro de este hospital? ¿Qué no tienes vidas que salvar?
Lisa se acomodó en la silla en la que solía sentarse cada vez que estaba en aquel cuarto y cerró en libro mientras carraspeaba con dificultad y bajaba la mirada bajo los atentos y curiosos ojos de la chica frente a ella.
-Sólo he querido hacerte compañía eso es todo, sé que no fue nada fácil por lo que tuviste que pasar.- Tara le vio como si le estuviese jugando una mala broma y ella soltó un suspiro rendido- Me recuerdas demasiado a alguien.
-¿A quién?
-A mi esposa.- Pudo sentir como su voz se hacía más débil al decir aquello.
-Pues creo que tienes algo de tiempo para ir a casa y quedarte mirándola por algunos minutos. Estoy segura de que lo agradecería.- La sonrisa en el rostro de Tara le hizo lucir inocente y enternecida.
-Ojalá pudiese.- La rubia sintió de inmediato que algo andaba mal con sus palabras y se arrepintió de decirlas- Soy viuda. Ella murió hace casi cuatro años en un accidente de coche.
Una sonrisa melancólica se dibujó en el rostro de la titular, provocando que la rubia se encogiese en su lugar mirándola con una tristeza similar a la que ella misma reflejaba en aquel momento. Sus labios se separaron para hablar pero la cirujana se le adelantó continuando con su relato.
-Eres muy parecida a ella y estuviste en una situación muy similar a la de ella.- Tragó con fuerza antes de volver a hablar- Es por eso que estaba empeñada en lograr que vivieras. Quería hacer todo lo que otros no pudieron hacer con ella para salvarte la vida, de lo contrario......No hubiese podido lidiar con tu muerte también.
-Cuanto lo siento.- Susurró Tara tomando una de las manos de la cirujana y dándole un apretón en señal de apoyo como ella lo había hecho tantas veces.
-También yo.
-Pero has salvado mi vida Lisa.- La ojiverde le vio confundida- Sin todo aquel apoyo en el lugar del accidente mientras estaba atrapada, herida y asustada temiendo con todas mis fuerzas no poder salir de allí y salvar la vida de mi hijo, yo no sé si hubiese podido superar aquella dura prueba. Fuiste de gran ayuda, me mantuviste a flote.
-Yo.......Sentí que debía hacerlo. Sentía que se lo debía a Alicia.- Hizo alusión a su esposa mientras evitaba mirar a la chica directo a los ojos para no quebrarse frente a ella.
-Pues ahora has saldado tu deuda Lisa. Puedes continuar tu vida en paz.
...
-¿Con quién estás hoy?.- Preguntó Kai a la morena mientras ésta volvía poner su uniforme en su lugar luego de aquel furtivo encuentro que habían tenido en el cuarto de descanso.
