Un mes exacto había transcurrido desde el nacimiento de la nueva integrante de la familia Manoban y le pequeña por fin estaba lista para dejar la incubadora y así poder llevar una vida normal junto a su familia desde casa. Había sido difícil para Jennie permanecer lejos de ella, pues su regreso a casa había sido dos días antes y dejar a su pequeña allí prácticamente sola le había partido el corazón. Pero ahora por fin estaba allí para llevarla consigo.
-Bien Jen, aquí tienes.- Jerry depositó a la niña en los brazos de su madre.
-Hola princesa.- Dijo la morena agudizando su voz mientras acariciaba la sonrojada mejilla de su hija con su dedo índice- Estás un poco más pesada.
-Pues eso es porque ha logrado ganar medio kilo durante estos días.
-iMi nena se vuelve más fuerte!.- Exclamó Lisa mientras se inclinaba para apreciar más de cerca a la bebé quien veía a su alrededor con sus ojos bien abiertos- ¿Listas para ir a casa?
-Si que lo estamos.
-Tendrá algunos chequeos durante las próximas semanas para asegurarnos de que todo siga en perfecto orden.- Murmuró el cirujano viendo a la pareja con una sonrisa.
-Gracias amigo. Eres el mejor.- La ojiverde estrechó la mano de Jerry quien le correspondió el gesto de inmediato.
-No hay porqué. Las veré luego.
Luego de aquella despedida, ambas escoltaron a la bebé a través del hospital dispuestas a llevarla a casa. Cada uno de los especialistas que las veían caminar por los pasillos del edificio ajetreado, se acercaban para felicitarlas y así aprovechar de conocer a la pequeña. Rosé y Jisoo las esperaban en casa junto a los mellizos quienes estaban muy ansiosos por ver a su hermana menor otra vez, pues sólo habían tenido la oportunidad de verla un par de veces dentro de aquella molesta caja de plástico como Piper la había llamado. Lisa se aseguró de que la silla para bebés estuviese firme y Jennie se montó junto a la niña dentro de ésta sin dejar de observarla y acariciarla bajo la atenta mirada de la cirujana a través del retrovisor.
-iHola!.- Exclamó Rosé con exuberante alegría luego de abrir la puerta para ellas- Vamos, pasen, pasen. Ya quiero cargarla.
-No es una muñeca.- Advirtió Jennie entre risas mientras se abría paso hasta la sala con la niña dormida entre sus brazos.
-¿Por qué siempre está dormida? Quiero que me vea y sepa que soy su hermano mayor.- Bufó Noah haciendo que su madre riera ligeramente antes de despeinarle el cabello.
-Estoy segura de que Olivia ya lo sabe campeón.
-¿Olivia?.- Jisoo frunció el ceño- Veo que al fin han escogido un nombre.
-Nuestros planes fueron alterados pero hemos llegado a un acuerdo.- Todos pusieron atención en la castaña- Saluden a Olivia Manoban.
-Es muy pequeñita.- Susurró apenas Piper con miedo de poder despertar o asustar a su hermanita- ¿Puedo cargarla?
-Creo que con algo de ayuda lo lograrás.- Dijo Lisa- Pero antes vamos a lavarnos muy bien las manos. Desde ahora en adelante es muy importante la limpieza cuando se trate de su hermana ¿Bien? .- Ambos niños asintieron antes de seguir a su madre camino al baño.
-Ella se está comportando muy bien.- Jisoo parecía asombrada.
-Es la mejor madre del mundo. De eso no hay duda.
...
-No.- Murmuró la castaña cubriendo su cabeza con la almohada mientras oía el llanto de Olivia en la habitación contigua.
Estiró su mano fuera de la cama tanteando a ciegas sobre su mesita de noche para poder apagar el monitor de bebé que la alertaba del llanto de su hija. Se puso de pie aún adormilada y caminó fuera de la habitación que compartía con la ojiverde para entraren la que le seguía y acercarse a la cuna en donde la pequeña bebé lloraba como si no hubiese un mañana.
-Hey, ¿Qué es lo que tienes preciosa?.- Liv se retorcía en su lugar con las mejillas húmedas y sus manitas hechas puños- ¿Tienes hambre?
Intentó darle de su pecho pero sorpresivamente ella lo rechazó y continuó llorando soltando sollozos de desconsuelo mientras se hacía una bolita contra el pecho de su madre. No tenía hambre y su pañal estaba limpio, pero aún así continuaba con su escándalo de madrugada. Jennie se paseo por toda la casa mientras la mecía con delicadeza hasta que logró que el llanto aminorara para ese entonces una adormilada Lisa descendía las escaleras frotándose los ojos.
-¿Qué sucede? ¿Qué es lo que tiene?.- Preguntó mientras echaba un vistazo a la bebé recargada sobre el hombro de Jennie con los ojos bien abiertos mirando a su alrededor.
-Creo que solamente no quería seguir dormida.- Dijo la morena mientras acariciaba la espalda de su hija con cariño- ¿Has despertado con su llanto?
-No.- Negó con la cabeza mientras dejaba una caricia con su índice en el diminuto puño de su hija- Quise abrazarte y no estabas en la cama, así que supuse que se trataba de ella.
-No quise alertar a los niños así que sólo deje su habitación para venir hasta aquí.
Estaban de pie en la sala junto al gran ventanal que les daba una vista de su jardín trasero. La neurocirujana guió a su novia hasta el sofá y se sentó junto a ella abrazándola por los hombros mientras ambas aguardaban a que Olivia se dignase a cerrar sus ojitos y volver a dormir. Eso tardó otra media hora y para cuando Jennie depositaba a la bebé de regreso en la comodidad de su cuna, Lisa parecía cerrar los ojos para caer rendida justo en medio de la habitación pintada de rosa pastel. Les había costado un poco tapar el potente azul de las paredes con aquel color tan pálido pero luego de mucho esfuerzo habían conseguido re decorar por completo toda la habitación de la pequeña.
Por la mañana, Lisa se alistaba para iniciar un turno más en el hospital mientras Jennie preparaba el desayuno para ella y los mellizos con Liv dormida dentro de una pequeña mecedora para veces reposando sobre la isla de la cocina. La morena estaba lejos de tener un buen aspecto, pues la bebé había despertado dos veces más aquella noche provocando que en su rostro apareciesen ojeras. Ni cuando estaba de guardia cuarenta y ocho horas seguidas se había sentido tan agotada.
-Buenos días Jennie!.- Saludó Piper pasando por su lado para que la castaña besara su mejilla justo antes de correr al encuentro de su hermana pequeña- Buenos días Olivia.- Susurró por lo bajo poniéndose de puntillas para apreciar a la pequeña.
-Dónde está Noah cariño?.- Preguntó Jennie mientras servía un poco de jugo de naranja para ella.
-Tiene problemas con la corbata de su uniforme. Mamá le está enseñando la forma correcta de usarla.
Cuando la niña rubia acababa de hablar, el resto de los Manoban apareció en la cocina. El pelinegro se adentró en ésta como un torbellino antes de tomar asiento frente a su desayuno y saludar a Jennie con una exclamación que provocó de inmediato el llanto de Olivia.
-Noah, creí que había quedado claro lo de 'no más gritos en la casa'.- Lo reprendió la ojiverde acercándose para cargar a la bebé y mecerla con ternura entre sus brazos.
-Lo siento.- Se disculpó el niño arrepentido.
-Descuida Noah.- La morena lo tranquilizó con una sonrisa teñida de cansancio en el rostro.
-¿Estás bien nena?.- Lisa notó lo agotada que lucia y ella sólo asintió- Sabes que puedo pedirle a mi madre que pase unos días con nosotros. Así podrá conocer a Liv y ayudarte con ella.
-Estoy bien. No necesito ayuda.
-Estás segura?
-Claro que si. Ahora dámela y bebe tu café.- Dijo la morena tendiéndole la taza.
¿Qué si necesitaba ayuda? Probablemente. Pero no estaba dispuesta a darse por vencida tan fácilmente, si iba a asumir su rol como madre, debía hacerlo bien.
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