Capitulo 42

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Dementes

Darren.

Alzo la mirada viendo como el cuerpo de Alissa se estremece, está desnuda con los ojos cerrados y una mano sobre su pecho. Vuelvo a sus pliegues haciendo lo que he querido hacerle desde que regreso.

—Darren... —gime.

Joder, esto es la puta gloria. 

Muevo mi lengua sintiéndola retorcerse. Mis manos se aferran a sus caderas mientras disgusto de su sabor. Tan deliciosa. Sigo con lo que le gusta sin parar, y no me detengo hasta que acaba en mi boca.

—¡Carajo! —exclama con la respiración errática.

Me coloco a su lado dejando que entierre su rostro en mi pecho, percibiendo su piel caliente contra la mía produciéndome cosquilleos desde la punta de los pies hasta... Alissa levanta el rostro atropellando mis pensamientos con sus ojos violáceos. 

Los tiene brillosos y hermosos mandando a la mierda toda contradicción en mi cabeza. Concéntrate. Haga lo que haga ella no piensa soltarme, ni siquiera por ser un maldito asesino. Ya me lo ha demostrado. Sin embargo, no va durar, algún día, ella se alejara de mi a voluntad. De eso estoy seguro. 

La vida que quiero seguir no es la que quiero para ella, y tampoco es lo que ella quiere. Pero aquí estamos, engañándonos a nosotros mismos, casi quiero reír, casi. Alissa se levanta completamente desnuda logrando que arrugue el entre cejo, no obstante, no puedo dejar de repararle el culo. 

—¿A donde crees que vas? No hemos terminado aquí —suelto apuntado mi entrepierna. 

Ella me mira divertida antes de negar con la cabeza. 

—Llevamos cinco horas en esa cama, Darren. Me muero de hambre —sale de la habitación dejándome empalmado con las vistas.  

A malas salgo de la cama siguiéndola hacia la cocina. Me recuesto sobre el umbral viendo como se mueve de un lado a otro revisando las alacenas con ímpetu. Mi cabeza se ladea con cada movimiento de su parte sin perderme nada de la imagen que me da esa preciosidad que carga como trasero. 

—¿Tiene algunas latas de comida tan siquiera? ¡Todo esta casi vacío!

¿Cómo carajos tiene un culo tan perfecto? Quiero casarme con ese par de... 

—Bueno, podemos preparar pasta... —toma un cajoncito de la alacena. 

Y ni hablar de sus piernas, me están volviendo loco, malditamente loco, joder. Me quedo observando la peca que tiene un poco más arriba de su trasero, mis labios mueren por besarlo y me pasa la lengua por...

—Solo que no se cocinar... ¿Tú si? —se voltea haciendo que levanta la cabeza abruptamente. 

Ella me mira en busca de la respuesta que no tengo.

—¿Eh?

—¿Qué si sabes cocinar? —me ve con una ceja alzada y lucho por no bajar la vista a sus pechos. 

¿Cocinar? Niego con la cabeza, no la traje aquí por bobadas. 

—¿Tengo cara de que se cocinar? 

—Pues no jodimos, entonces ¿Qué no tienes nada comestible en este lugar?

Sonrió. 

—Por supuesto que si —me acerco a ella pegando mi miembro en su pelvis—. Devórame enterito, rubia. 

Alissa ladea su cabeza y una sonrisa que no logro descifrar recorre su rostro. Me obliga a pegarme a la isla mientras empieza a besar mi pecho, siento su dientes como pequeñas caricias, a la vez que, algo ahí abajo me palpita cuando va bajando lentamente a mi... 

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