Capítulo 67

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Inevitable amargo pt2

Alissa.

Observo el tapiz del suelo de la mansión absorta de todo el mar de voces que se genera en esta misma sala.

No quiero levantar la cabeza. No tengo las fuerzas para hablar con mis hermanos, no cuando lo único que quiero es que me entierren junto a mi madre. Me duele respirar, me duele saber que ella no lo hace, me duele vivir.

Las lágrimas aumentan y recuerdo como tuvieron que sacarme a la fuerza de esa habitación de hospital. No podía dejar sola a mi madre, no, no podía, pero Darren y Nicholas se las arreglaron para alejarme de ella, ni mis patadas, puños y arañazos los detuvieron.

Todavía no asimilo la situación.

¿Simplemente su corazón dejo de funcionar? No puede ser posible, mi madre era más fuerte que cualquiera de los que están en esta sala, no puedo asimilar que simplemente haya dejado de pelear.

Aprieto los puños sintiendo como mi sangre se convierte en lava y quema cada parte de mi ser. Me envuelve en una furia que no puedo discernir... Y es que a veces, cuando crees que la vida ya te ha hecho suficiente, viene y te demuestra todo lo contrario, te enseña lo cruel e injusta que puede ser.

Alzo el rostro, por fin, pero mis oídos se niegan a escuchar a cualquiera, simplemente observo.

Nicholas se encuentra en una discusión con Caden de la que no tengo menor idea. Mi tío Michael tiene el móvil entre las manos marcando a quien sabe quién como desquiciado mientras mi Tío Elliot esta de intermediario entre Caden y Nick. Myers se encuentra sentado en el otro sillón sin expresión, tiene las manos sobre sus rodillas, apretándolas con fuerza.

Fletcher está a mi lado, sin embargo, me da mi espacio, mandándome miradas furtivas que siento a cada tanto. Darren ha desaparecido y Nathaniel se ha encerrado en su habitación.

Pienso en Nathaniel y ahogo un sollozo.

Me levanto y la cabeza me da un vuelco, no hago caso de ello, solo avanzo hasta llegar al vestíbulo y subir por las escaleras. Me acerco a la puerta de caoba blanca y doy dos toques, luego tomo la manija y la abro con delicadeza.

Contemplo a mi hermano sentando en el suelo con las rodillas pegadas a su pecho, sus manos están cruzadas sobre sus rodillas con una botella de alcohol en una de ellas.

Me tiembla el rostro y me acerco a él sin decir nada, tomando lugar a su lado con el corazón cada vez más pequeño. Nathaniel intenta controlar su respiración mientras sus nudillos se tornan blancos sobre la botella.

—A ella no le gustaban los funerales —musita Nathaniel—. Decía que no tenía sentido ir a despedir a alguien que ya no estaba, que era un recordatorio de lo que perdiste.

La nariz me arde cada que tomo aire.

—Lo sé —digo con la vista fija en el armario de madera negra.

El ambiente cae en un silencio doloroso que me quema por dentro. Me destruye. Me apaga.

—Pero... ella sigue con nosotros —Nathaniel se pone rígido ante mis palabras y siento su mirada sobre mí, se la devuelvo—. Nuestra madre siempre estará con nosotros, en nuestros corazones, porque solo un verdadero tonto se olvidaría de ella y todo lo que representaba.

Una sonrisa chiquita toma su rostro en medio de todo ese dolor que delata. Y es ahí cuando coacciono y exploto por toda la pesadumbre que mi corazón es capaz de tolerar.

—Lo siento —las lágrimas ya conocidas vuelven a tomar el control—. Lo siento mucho, lo siento por todo... Lamento lo que paso esa noche, lamento que sea tan cobarde como para intentar defenderte, lamento casi dejar que mueras... Oh, Nathaniel lo siento tanto, siento no haber podido salvar a mamá, me duele en lo más profundo pensar que pude haber hecho algo, lo que sea y ella ahora estaría aquí, con nosotros, abrazándonos —me lanzo a llorar—. Tenías tanta razón al decir que me faltan cojones, no sabes cuanta.... yo solo... solo empeoro las cosas, las complico por eso las personas que amo siempre me abandonan, por mi culpa.

DARKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora