Capítulo 55

853 53 15
                                    

La primera muerte.

Alissa.

La muerte es simple y natural, no hay más. Un día estas aquí y al otro no. Sea cual sea la manera así estaba escrito.

Mi comida lucha por devolverse en mi garganta mientras observo la cabeza ensangrentada de Viktor Hayes.

Me alejo poco a poco, queriendo privarme de tal escena...

Dios, ¿Cómo pudieron hacerle algo así?

Choco contra un pecho muy conocido y extrañamente logro sentirme más segura.  

Orthrus acabara con nosotros, si lo dejamos.

Mi padre se mantiene inerte observando a su más fiel hombre con impotencia.

—Respira —la voz de Darren es como un calmante.

—Caden, la señorita Cortez se ve muy alterada, escóltala a otro salón, por favor —el primero en reaccionar es mi tío Elliott.

—No...

Tamara esta horrorizada y con justa razón. La veo pasarse las manos por la cara no creyendo lo que hay en la bandeja mientras Caden se la lleva.

—Nicholas —nombra mi padre—. Comunícate con los Hayes.

Me muerdo los labios.

Oh, John...

—Señor —Myers se le acerca con un móvil a la mano—. Es para usted.

Mi padre toma el aparato y todos nos vemos entre nosotros.

Nos sobresaltamos cuando avienta el móvil al piso haciéndolo pedazos. La furia toma a mi padre y mi madre lo toma del hombro, calmándolo.

—Elliot —se dirige a su hermano—. No permitas que absolutamente nadie del servicio se retire.

Ante la reciente orden mi tío Elliot asiente y desaparece por el umbral.

—Myers, encárgate... —pone su vista en la bandeja—, de esto.

Las náuseas me hacen salir de la sala, horrorizada. La imagen deplorable de Viktor Hayes ronda en mi mente contrayéndome el estómago y cuando me siento en el principio de las escaleras una extraña y pesada sensación se centra en mi pecho.

No hemos confiado demasiado, yo me he confiado demasiado.

Maldición.

No me he enfocado en la mayor amenaza que tenemos. He estado haciendo cosas sin sentido, como desvariar a Konrad, por ejemplo. Los Black necesitan dar un golpe certero, porque esto ha sido un recordatorio de lo cerca que esta por destruirnos y todos lo sabemos.

—¿Te encuentras bien?

Parpadeo, reparando al pelinegro de mirada filosa.  

Luce tan impecable y tranquilo, es como si nada de esto le afectara, no, peor, luce como si ya lo tenía previsto.

—Debería decir que si —suspiro, bajando la mirada—. Pero no sirve de nada mentir.

Alzo mis pestañas mirándolo directamente.

Chocando con sus oscuros ojos azules.

Darren asiente.

—Ahora que lo pienso —medito—. Nunca supe a donde te fuiste cuando desapareciste en Florencia.

No dice nada por unos segundos sin dejar de verse tan inexpresivo como siempre.

—No le veo el sentido a relucir eso ahora —me dice—. No te importo en ese entonces.

DARKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora