Deseo.

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-¿Qué? Eso no es verdad.

-Oh vamos ____, sabes que sí, todos esos idiotas estaban babeando por ti, aunque nadie sabía como eras físicamente, solo...

-Sadie.- Terminé por él.- La extraño.

-Cariño, solo lleva tres días de ausencia.

-Lo sé, pero la necesito para contarle cosas.- Dije posando mis manos en el suelo como apoyo, provocando que mi blusa se subiera un poco y mis piernas quedaran estiradas en el frío vitropiso de la sala de su casa.

Finn me miró con los ojos entrecerrados y su mirada fue bajando hacia mi escote, después a mi abdomen expuesto y se detuvo en mis muslos. Él tenía ese maldito poder de ponerme nerviosa con solo mirarme, provocando cosas que ni siquiera, Tom, lograba hacerme sentir.

Su mirada era tan descarada, podía verlo en sus ojos, que poco a poco se volvían más negros. Lujuria y deseo era lo que gritaban.

Me sentía expuesta, en cualquier momento podría tomarme y hacerme completamente suya, seguía examinando mi cuerpo por completo, como si de un depredador se tratara y, no me molestaría ser atacada por ese depredador, hasta podría decir que sería un maldito placer.

PELIGRO!

Era lo que todo de él mostraba, me sentía indefensa y pequeña, ¿en donde había quedado la ____ atrevida? Me gustaría saberlo también. Un solo movimiento, hice uno solo y sus ojos se clavaron en los míos, como si leerlos fuera su don. Finn me tenía, nunca hemos tenido sexo, solo nos habíamos tocado en algunas ocasiones, pero sin llegar a lo extremo, me había respetado y esperado hasta que yo estuviera lista, porque así lo había dicho él.

-No recuerdo haber visto esa blusa jamás, está un poco...- Volvió a mirar sin descaro mi escote.- Descubierta.- Su voz, su maldita voz sonaba más ronca.

Mentiría si dijera que no había provocado nada en mí, pero desde hace un rato que empezaba a excitarme y estoy segura que es lo que él quiere conseguir.

-Y supongo que no te agrada.- Dije casi susurrando. Aclaré mi garganta y respiré hondo, provocando que mi pecho subiera y por ende mis pechos se mostraran más.

Un gruñido, fue lo único que salió de Finn, no tenía que ser adivina para saber que estaba comenzando a enloquecer, se encontraba excitado y no lo juzgo.

-Mientras solo miren y no toquen, estaré bien con eso.

-Y ¿si alguien llega a tocar?- Desafíe, empezaba a hacerse presente mi yo atrevida. Enhorabuena.

Sus cejas se juntaron y su mandíbula se marcó, supongo que de solo pensarlo la rabia lo apoderó. Tiró los papeles que tenía en sus manos a un lado y gateo hasta quedar cerca de mis labios, podía sentir su respiración acelerada y comenzaban a apoderarse los nervios de mí por completo.

-¿Acaso quieres que alguien más te toque, pequeña?- Dijo rozando sus labios en los míos.

-Y-yo...

-Tú...

-No.- Susurré.

-¿Qué? No escuché.- Dijo bajando sus labios a mi cuello para empezar a atacarlo con besos y leves mordidas.

Un gemido salió de mis labios.

-Sigue.- Volví a susurrar.

-No te escucho, darling.- Tragué.

-No pares.- Hablé más alto.

-¿Por qué?- Dijo deteniéndose y mirándome a los ojos.

-No debes.- Mi vista bajó a sus labios.

Amor Ilegal |F.W.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora