Salí corriendo de la mano con Tom, una parte de mí no podía creer lo que estaba pasando, acababa de dejar en completo ridículo a mi madre, y bien merecido lo tiene. Subimos al coche de Tom y arrancó.
-¿A donde vamos?- Me preguntó.
-A tu casa, ya.- Le dije y lo volví a besar.
En mi cabeza no pasaba otra cosa más que el deseo, necesitaba a Tom y estaba segura de que hoy perdería mi virginidad. Deseaba con todas mis fuerzas a Hiddleston, pues no es un hombre feo, tiene buen físico y apostaría cualquier cosa a que su cuerpo esta marcado por el gran ejercicio que hace.
Mis mejillas empezaron a arder, sentía el calor recorrer por todo mi cuerpo y cuando Tom posó su mano en mi pierna ya no solo sentía el calor, mi parte empezaba a palpitar y podía sentir que estaba comenzando a humedecerse.Me lancé al cuello de Tom, deposité besos húmedos y bajé mi mano a su entrepierna.
Mierda!
Jamás había tocado uno en mi vida y se sentía jodidamente grande.
-Para cariño, o no llegaremos y te lo terminaré haciendo en el coche.
-No es una mala idea.- Le contesté, apreté levemente su parte y se le escapó un leve gemido de la boca.
-No me provoques más.
-¿O qué?- Desabroche el pantalón negro de vestir que portaba y metí la mano.
-Mierda, ah!
No tardamos en llegar a su casa y bajó rápido del coche, lo rodeó y me ayudó a bajar. Me tomo de las caderas y me llevo hasta la entrada. Su casa era completamente encantadora, era grande y tenía un decorado hermoso, nada comparado a las idioteces que usa mi madre.
-Señora Mati.- Gritó.- Señora Mati.- Al parecer estamos solos.
-Excelente.
No tardo mucho para que nos estuviéramos devorando los labios, su manos vagaron desde mi cintura hasta la orilla de mi vestido. Con sus dedos empezó a subirlo lentamente hasta sacarlo de mi cuerpo. Miro detalladamente mi cuerpo y sonrío.
-Eres perfecta.
Mis mejillas ardían por sus palabras.
Le saqué la camisa y me cargó hasta llevarme a su habitación, me dejó caer lentamente en la cama y me besó, sus labios vagaron por todo mi cuerpo, mientras los minutos pasaban y la calentura subía, lo que quedaba de ropa había quedado tirada en cualquier parte de la habitación.
-Tengo que decirte algo.- Le dije como pude.
-¿No quieres hacerlo?
-Quiero hacerlo, pero soy virgen.
-Entonces seré cuidadoso.
-Ah! Duele.- Le dije cuando entro en mí. Empezó a moverse despacio, el dolor iba disminuyendo y empezaba a sentir placer.
Cerré mis ojos para disfrutarlo, sus movimientos se hicieron más rápidos, abrí los ojos y lo vi a él.
Maldición, por qué ahora Finn.
Sacudí mi cabeza y apreté fuertemente los ojos.
-Hey ¿te lastimé?- Lo miré, ya no era el rostro de Finn, sino el de Tom.
-No, no, no, sigue, lo estoy disfrutando.
Despues de hacerlo unas veces más, terminamos y Tom quedó rendido. Miré el gran ventanal, podía apreciar la belleza de la luna, estaba igual de linda como aquella noche.
Aquella noche en la que me confesó sus sentimientos, esa noche nos alumbraba la luz de la luna, fue testigo de cada palabra que salió de nuestros labios, pero hoy, será nuevamente testigo de esta promesa.
Te olvidaré Finn, así tenga que venderle mi alma al mismo diablo, prometo que te olvidaré.