Dejé mis pensamientos de lado y seguí a Finn, lo busqué con la mirada y lo vi entrar a la cocina, fui tras él y entré.
-No te tengo miedo Wolfhard.
-Entonces corre.- Dijo viéndome fijamente a los ojos.
-No me dan ganas.- Solté y me senté en la barra.
-Pero si tú amas correr, no entiendo.- Se volteó para sacar algunas cosas de la alacena.
-No hay nada que entender, simplemente no me dan ganas.
-Entonces quieres decir que pasarás la noche en casa, leyendo tus novelas cursis.- Giro su cabeza para verme mientras sonreía.
-Es mejor que pasarla contigo.-
Cerró la alacena.
-Entonces.- Habló mientras caminaba hacia mí lentamente, cuando estuvo lo suficientemente cerca de mí recargo sus brazos en la orilla de la barra y me miró. Mi respiración empezó acelerarse y lo examiné detalladamente desde sus ojos hasta sus labios.- ¿Por qué estás aquí?.- Miré nuevamente sus ojos y no respondí, me tenía completamente paraliza, tragué en seco y respondí lo primero que se me vino a la mente.
-Me agrada tu hermano.
Finn solo entrecerró sus ojos, evidentemente no creía ni una palabra de esa frase.
-Te noto un poco nerviosa, ¿qué sucede?.
Maldito!.
-No estoy nerviosa.- Dije tratando de ocultar los nervios. Me miró fijamente los ojos y fue bajando su mirada hasta dejarla puesta en mis labios, se acercó más a mí sin dejar de ver estos.
-Mientes y lo sabes perfectamente.- Susurró y se alejó para volver a lo que hacía anteriormente.
No dije nada más y solo me dediqué a observar lo que hacía, como se movía de un lugar a otro, tomando sartenes, sacando verduras y lavando las. Ver a Finn haciendo todo eso me hizo crear una serie de imágenes en mi cabeza.
Finn y yo casados, llendo a nuestra luna de miel y disfrutando de ella, al pasar de los años con dos hijos, él prepara su especialidad en la cocina mientras yo coloco los cubiertos en la mesa. Lo miró fijamente y él a mí, me sonríe y se acerca para darme un beso, pero eso no ocurre gracias a cierto pecoso que interrumpe mis pensamientos.
-Hey!, ¿aún sigues viva?.
-Eh... ah si, perdón.
-¿Estás de acuerdo?.
-¿Qué?.
-Que si estás de acuerdo.
-¿De acuerdo? ¿Con qué? ¿De qué hablas?.
-Estabas tan metida en tus pensamientos que no me prestase atención alguna.
-Disculpa.
-Una apuesta.
-¿Una apuesta?.- Lo miré sin saber de que habla.
-Si, corramos está noche, si ganas te daré o haré lo que sea.
-¿Y si tú ganas?.
Me miró.
-Harás lo que yo diga.
-Ni lo sueñes.
-¿Miedo?.
-Ni siquiera un poco.
-¿Entonces?.
-¿Cuánto tiempo?.
-Un mes.
-Acepto.
-Bien, prepárate para ser mi sumisa un mes.- Dijo y salió con una enorme sonrisa de la cocina.
Me quedé paralizada cuando escuché eso. Mi mente no procesaba las palabras que había dicho.
Escuche mal o dijo.
Su ¿sumisa?.