/tres/

120 10 5
                                    

La semana transcurrió torturadamente lenta, pero los siete días en aislamiento para Harry habían llegado a su fin. Si no había contado mal el tiempo transcurrido, aquella misma mañana vería por fin la luz del sol. Y sus cálculos no eran erróneos. 

Como todos los días, la puerta se abría dando paso a un enfermero con su bandeja del desayuno, con la sutil diferencia de que, aquel día, el mismo gesto pero con el almuerzo no llegaría. 

El dejar aquella habitación atrás y abandonar aislamiento fue algo menos aliviador para Harry de lo que realmente había pensado. Porque abandonaría aquel asfixiante espacio para volver a la ansiosa sensación de tener que relacionarse con alguien más que su propia cabeza. Y la realidad era que no soportaría estar en ninguna de las dos situaciones. Un par de enfermeros se acoplaron a sus ambos costados, alentándole a avanzar por el largo pasillo. La ansiedad le carcomía el interior, notando una leve presión en el pecho y en la cabeza. Todo lo que le rodeaba era de color blanco, algo que siempre le había agobiado muchísimo. Aún recordaba cuando su padre le consolaba cada vez que iban al médico o al dentista, intentando explicarle que aquel color estaba allí para dar una sensación de limpieza y tranquilidad al paciente. Harry nunca lo sintió así. 

Frente a ellos apareció una enorme puerta doble, la cual marcaba el fin de aquella ala y la entrada a la siguiente. No tardaron en cruzar el paso y torcieron hacia un nuevo pasillo, con la única diferencia de que esta vez no había puertas a los laterales. 

- Esta es tu unidad ahora y, espero, que por el resto de tu estancia en la clínica. Se te ha asignado una habitación y un compañero para ésta. Siempre que tengas que ir al baño, las duchas, al comedor o al patio, iréis acompañados de un enfermero. Si necesitas cualquier cosa o algún residente necesita ayuda, no dudes en avisarnos a alguno de nosotros, estamos aquí para eso. Se te asignará un psicólogo con el que empezarás las sesiones de terapia y, por ahora, no tienes permitidas las visitas. ¿Alguna pregunta?- 

- Más de una, de hecho. ¿Es necesario lo del psicólogo? ¿Y por qué no puedo tener una habitación para mí solo? Además, ¿no voy a tener ni un mínimo de intimidad a la hora de ir a cagar, al menos?- 

- Es el protocolo necesario en una institución de este tipo. No lo decido yo.- 

A Harry no le quedó otra que resoplar y agachar la cabeza resignado, intentando no entrar en pánico. El enfermero le acompañó hasta la habitación número diez, recorriendo un ancho y extenso pasillo, de nuevo con puertas a ambos lados, con la diferencia de que no se veían tan aseguradas como las de aislamiento. Llegó a la suya y, con una especie de llave magnética, abrió la puerta automáticamente. Le indicó con un gesto que se adentrase y eso hizo, escudriñando cada detalle de su alrededor. El interior de la estancia no le pareció gran cosa: a la derecha, una litera pegada a la pared y un pequeño armario y, a la izquierda, un par de espejos y un lavabo, junto a un par de sillas al fondo y una mesa baja. Todo volvía a ser blanco, con la excepción de las camas y una pequeña ventana con rejas al fondo, la cual daba a un patio exterior. 

No se dio cuenta de que había otra persona dentro de la habitación hasta que oyó el sonido de la puerta cerrarse tras de sí, quedando solo con el desconocido que bajaba lentamente de la litera de arriba. Ante él se descubrió un chico menudo, de cabello rubio e intensos ojos azules. Era de mediana estatura, con una leve nariz chata y labios rosados finos. Vestía con lo que parecía ser el uniforme del hospital: una camiseta de manga corta holgada, unos pantalones de chándal y unas zapatillas sin cordones, todo en color gris. Lo primero que Harry pensó fue que debía ser alguien bastante hablador, algo que no era muy compatible con él. 

- Más te vale mantener la boca cerrada y no molestarme mucho, no estoy ahora mismo como para aguantar a nadie.- fue lo primero que le dijo, al ver las intenciones de presentarse que tuvo. 

CLÍNICA COWELL (editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora