/trece/

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- ¿Estás bien, Luke?- fue lo primero que Louis dijo al entrar en su habitación. 

Realmente no había intercambiado más de un par de modestas frases con el chico durante sus tres semanas de ingreso, pero se preocupó por él de igual manera. Luke era alguien muy reservado, no solía iniciar una simple conversación y siempre parecía estar perdido dentro de su propia cabeza. Con un lindo cabello rubio oscuro y unos bonitos ojos azules, siempre tenía una amable sonrisa que dedicar, aunque esta no viniera acompañada de un comentario. Y Louis se sentía bastante cómodo con él. 

- Sí, no hay nada de lo que preocuparse. Solo un arañazo en la cara y mucho cansancio. Creo que dormiré un buen rato. ¿Te importa?-

- Para nada, duerme todo lo que necesites. Yo también intentaré descansar algo.- 

Ambos se recostaron en su respectivo colchón e hicieron el esfuerzo de silenciar cualquier voz que se le ocurriera interrumpir la calma. Y a Louis no tardó en perturbarle una. El recuerdo de su familia era un taladro en su cabeza, llegando a corromper cada recoveco de su cerebro. A sus padres los había dado totalmente por perdidos, no tenía fuerzas ni para pensar en ellos. Y sabía que nunca las tendría para enfrentarlos algún día. Sin embargo, no podía dejar de darle vueltas a la imagen de sus hermanas: era completamente consciente de que ella no eran culpables de la manera en la que habían actuado sus padres siempre, además de haber crecido con ciertos comentarios alrededor de la mesa. A ellas las echaba tanto de menos que sentía sus entrañas retorcerse, con la incertidumbre de qué parte de la historia les habían contado Mark Y Johanna. Se temía que en la mente de sus hermanas ahora fuera él el villano, el monstruo que las abandonó. Y lloraba cada noche con aquel pensamiento. 

Nunca se había autodenominado como una persona sensible, pero desde aquella noche toda había cambiado. Sentía todo lo que le rodeaba de una manera mucha más intensa, empapándose de los sentimientos de los demás y teniendo una constante presión en el pecho, como si un elefante estuviera apoyándose sobre él. Las lágrimas corrían por sus pómulos tan frecuentemente que hasta rabia le daba. Y no lograba diferenciar la realidad de lo que su propia cabeza, carente de lo que más necesitaba, era capaz de crear. 

A pesar de todo esto, finalmente consiguió conciliar el sueño, dejando que Morfeo le acunara como se lo merecía. El sol empezaba a desaparecer por la pequeña ventana que conectaba la habitación con un escueto patio interior cuando ambos despertaron. Louis se rascó los ojos y se  peinó superficialmente el cabello, bajando de la litera. No solían tener largas conversaciones, pero si habían cogido la costumbre de sentarse bajo aquella ventana y sentir el aire del exterior sobre sus piernas extendidas, gracias a una pequeña rendija en la parte superior. 

- ¿Viste quién empezó la pelea? Niall nos ha contado que fue Alex.- 

- ¿De qué pelea estás hablando?- 

Louis se congeló al momento. Frunció el ceño y giró el rostro hacia Luke, fijándose en su expresión de pura angustia. 

- La de hace unas horas. No me estés vacilando, rubio.- esta vez Louis habló con una pizca de preocupación, siendo consciente de que el chico no solía bromear. 

- No es coña. ¿Qué ha pasado?- esta vez sí hablaba con una latente inquietud. 

- Ha habido un altercado en el comedor, a la hora del almuerzo. Según Niall, Alex le ha echado comida a Steve y eso ha sido el desencadenante. Es por eso que tienes esos arañazos en el rostro y nos tienen aquí encerrados.- 

No tardó en llevarse las manos a la cara, al mismo tiempo que se le aguaban los ojos. 

- ¿Estás bien?- fue lo único que logró articular, casi en estado de shock. 

CLÍNICA COWELL (editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora