/treinta y seis/

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Tres meses de ingreso abrieron la puerta a una tormenta tropical que descargó su ira sobre Harry, quien fue tan afortunado de encontrar un bote salvavidas de color añil. El tiempo pasaba neutral entre aquellas paredes, las mismas que una vez fueron tan asfixiantes que le hundían el pecho. Sin embargo, la calma siempre precede a la tempestad. Y nadie es capaz de huir de ella. 

- ¿Creéis que le darán el alta a Ashton pronto?- preguntó Shawn preocupado.

El chico no estaba junto a ellos en la hora del almuerzo debido a que su psiquiatra le había llamado de urgencia. Shawn era consciente de que su mejor amigo llevaba una largo camino recorrido en su recuperación, por lo que la meta no debía estar muy lejos. Nunca había sufrido dos emociones tan contrarias frente a un mismo hecho. Y aquello le agotaba más de lo que jamás llegó a pensar. 

- Es posible, pero no lo sé con certeza. No obstante, no se puede negar lo bien que se encuentra a día de hoy, al menos, a nuestra vista.- comentó Niall, reflexivo. 

Shawn asintió. Él era el primero que se había dado cuenta de ello. 

- No me imagino esto sin él.- añadió Liam, recordando lo cooperativo que siempre había sido con él. 

- Nos faltaría una madre entre nosotros.- esta vez fue Josh quien habló, siendo consciente de como cuidaba y se preocupaba de cada uno de ellos. 

Era triste pensar que alguien con quien has compartido un sitio en tu mesa diariamente durante tanto tiempo desaparezca repentinamente, sin embargo, a la vez sentías tanta dicha por saber que recibiría lo que se merecía, que tan solo podían sonreír ante la idea de su marcha. Una sonrisa amarga. 

Harry no pudo evitar empezar a meditar sobre lo que se estaba comentando. Algún día tendría que salir de allí, volver a su vida anterior y rehacer su forma de pasar días tras día. Llegaría el momento de encontrarse con la realidad frente a frente, sin saber cuál debía ser su primer paso. ¿Con qué coraje sería capaz de llevarlo a cabo? Mientras intentaba encontrar las respuestas a las crudas incógnitas, un enfermero se acercó hasta su mesa y se dirigió a él. 

- Harry Styles, ¿verdad? Acompáñame hasta la sala de visitas, por favor.- le dijo en un tono imparcial. 

- ¿Alguien ha venido a verme?- no pudo evitar pregunta, más vulnerable de lo que debía. 

- Eso parece.- 

No tardó en levantarse del asiento, con la mente completamente activada. Louis le sonrió al cruzar ambas miradas, con una señal de apoyo como sombra trasera. El chico agradeció aquello. Era imposible que tuviera visitas, pensaba. No había nadie fuera de aquel hospital psiquiátrico que formase parte de su patética vida. Decenas de rostros pasaron por su mente, uno más surrealista que el anterior. Aquello debía ser una broma de muy mal gusto. 

El camino hacia la zona de visitas se le hizo eterno. Era recorrer cada paso para las consultas psiquiátricas, pero justo a la inversa. Se pellizcaba los dedos de puro nerviosismo, el mismo que le subía por la faringe y le provocaba arcadas. La tensión le estaba quebrando. Todos sus pensamientos intentaban concentrarse en controlar la respiración, dando resultados nulos. 

- Styles, tu visita estará lista en un par de minutos. Si necesitas algo, estaré fuera.-

Habían llegado finalmente. Una puerta se abría frente a él, tan pequeña y tan grande al mismo tiempo. Lo que le esperaba tras ella era una incógnita de tal magnitud que no podía pensar con claridad. Por un efímero instante se imaginó a su padre allí. Quiso tirarse al suelo y llorar. 

 Su primera impresión fue pensar que era una habitación era acogedora. Tenía varias ventanas por las que entraban luz natural y daban a un pequeño patio, algo que agradeció al no sentirse claustrofóbico. Dos sillones y una mesita decoraban el centro de la estancia y varios cuadros con paisajes colgaban de las paredes. Lo inusual de la sala eran las dos puertas de entrada. Una para los residentes y otra para las visitas. Un temblor le sacudió de pies a cabeza. 

CLÍNICA COWELL (editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora