/veintiocho/

45 7 1
                                    

HARRY POV. 

Aquella sala me revolvía el estómago cada vez que la pisaba. Una especie de intranquilidad me golpeaba la espalda y se me secaba la garganta al instante. Solía vivir con un constante dolor de cabeza, sin embargo, allí dentro parecía que un taladro me atravesase la frente. La verdad era que siempre me encontraba a la defensiva, irritado y mirando por encima del hombro de los demás. Y no podía esconder el hecho de que me sentía mal conmigo mismo por eso, sin embargo, tan solo era un efecto secundario que se mostraba desde el exterior de todo lo que estaba ocurriendo en mi interior: una contradicción continua entre lo que estaba sucediendo y lo que yo realmente quería que pasase. Y empezaba a agotarme. 

- ¿Qué trauma vamos a tocar hoy, doctora?- le pregunté con sarcasmo, tras la típica y cansina bienvenida. 

- Pues fíjate Harry, el otro día estuve dándole vueltas y he elegido la enfermedad de tu padre como tema principal de la sesión.- respondió en el mismo tono que había empleado yo, con esa sonrisa en la cara que tanto me exasperaba.

- ¿Realmente es algo necesario que contar?- le dije con mi más triste sinceridad. 

Y al verla asentir, noté como me empezaban a hormiguear las manos. Aquello era lo último que quería desenterrar, de lo que quería hablar, que quería recordar o tan solo mencionar superficialmente. Eso era pedirme caminar por el infierno con los ojos bien abiertos. 

- Estoy bastante seguro de que no seré capaz de hacerlo.- 

- No puedo imaginar ahora mismo lo que puedes estar sintiendo. Pero sé con certeza que en el momento en el que lo dejes salir de ti, vas a sentir como esa angustia en el pecho que sufres se va a relajar importantemente. En el momento en el que dejas las cosas ir, todo se convierte en más ligero.- 

No estaba seguro de fiarme de una sola palabra, pero tuve que resignarme a aceptar. 

- Tu padre fue diagnosticado con ELA.- empezó a hablar, mientras rebuscaba entre sus papeles.- ¿Podrías hablarme un poco sobre la enfermedad y cómo os lo expusieron al principio del diagnóstico?- 

- Las siglas significan esclerosis lateral amiotrófica y es una enfermedad que afecta al sistema nervioso y la médula espinal,  provocando una pérdida en el control muscular. Los primeros síntomas que tuvo mi padre fueron una debilidad generalizada, sobre todo en las extremidades. También sufría calambres musculares y, de vez en cuando, le costaba hablar. Tras alargarse estos síntomas durante un tiempo, decidimos ir al médico finalmente. Le hicieron varias pruebas y nos dieron el diagnóstico. Le dijeron que lo suyo era genético y que no había sido provocado por agentes externos, como el tabaquismo o exposición a toxinas. Nos comentaron que aquello era irreversible y que no se podía luchar contra ello, como mucho retrasarlo. Le dieron una serie de pastillas y, con el tiempo, empezó a ir a un fisioterapeuta. - 

- ¿Y cómo fue avanzando la enfermedad?-

- El avance fue progresivo y a una velocidad media. Los síntomas se  fueron acrecentando poco a poco. La torpeza fue aumentando, las extremidades, sobre todo las muñecas, le fallaban con mayor frecuencia, le empezó a costar hablar y comer. Acabó en una silla de ruedas, como la mayoría de pacientes. Se alimentaba a base de suero que se le administraba vía intravenosa. Al final, dejó de hablar y necesitaba un tanque de oxígeno para poder respirar. Murió de un paro cardíaco. Es una enfermedad bastante jodida, a la que nadie está preparado, ni para sufrirla, ni para verla suceder a tu alrededor.- 

A estas alturas, el pecho se me hundía como si un elefante me lo estuviese pisando. Me sentía tan cansado mentalmente que sabía que podía echarme a llorar en cualquier momento, al mismo tiempo que las manos me temblaban peligrosamente. En este mismo instante la idea de estar a tres metros bajo el suelo se me hacía demasiado tentadora. 

CLÍNICA COWELL (editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora