/veintitrés/

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Una semana había pasado desde el anuncio que hizo el director de la clínica psiquiátrica. Louis amaneció aquel día con un aire en los pulmones renovado. Era la primera vez en demasiado tiempo que sentía algo parecido a la ilusión. Una cosa tan simple como un libro era suficiente para iluminar mínimamente el mundo de tinieblas en el que se veía envuelto. Siempre había leído libros de cualquier género: fantasía, románticos, novela negra, históricos o incluso había leído alguna novela erótica. Sus libros favoritos, sin duda, eran los de fantasía. Había leído los clásicos como eran El señor de los anillos, Harry Potter o El Hobbit . También había leído a Ken Follet o Stephen King. Adoraba El Resplandor y el libro que más había leído era El silencio de los corderos. Pero nada superaría a Moby-Dick. Había leído por primera vez aquel libro cuando todavía estaba en el colegio, con unos nueve años. Y le fascinó desde el primer momento. Recordaba quedarse despierto hasta altas horas de la madrugada, con una linterna y una sábana por encima, prácticamente devorando capítulo tras capítulo. Cuando aún no era consciente de lo que se le venía encima. 

Bajó con cuidado de la litera y empezó a vestirse, fijándose en que Luke se encontraba aún debajo de las sábanas, sin realizar ningún movimiento. Frunció el ceño y se dio cuenta de que llegarían tarde, por lo que decidió despertarle. Se acercó lentamente y le fue retirando la sábana, al mismo tiempo que le pasaba la yema del dedo por el brazo. 

- Luke, es hora de levantarse.- le susurró, viendo como el chico se daba la vuelta y abría un ojo. 

- Me duele la cabeza.- contestó con el mismo tono de voz.- Y el estómago.- 

En ese momento, Louis se dio cuenta de lo pálido que el chico se veía. No quiso preocuparse mucho, por lo que respiró hondo y le preguntó si necesitaba que llamase a un enfermero. 

- No hace fa...- no fue capaz de terminar la frase, ya que solo le dio tiempo a sacar la cabeza de la cama y vomitar en el suelo. 

Inmediatamente, aporreó la puerta para llamar la atención de alguien. Volvió con Luke y lo incorporó en la cama, limpiándole las comisuras de los labios con la sábana. De repente, una enfermera abrió la puerta con brusquedad, encontrándose a Louis intentando que su compañero reaccionara, quien tenía la mirada perdida.

- ¿Qué ha ocurrido?- preguntó seria, apartando a Louis del chico, mientras llamaba a otro enfermero. 

- Me ha dicho que le dolía el estómago y la cabeza. Justo después ha vomitado.- respondió nervioso, ya con una latente preocupación. 

- De acuerdo. Relájate y vete al comedor, nosotros lo llevaremos a la enfermería. Estará bien, ¿de acuerdo?-

Inspiró profundo un par de veces y asintió, saliendo por la puerta y caminando hacia el comedor lo más rápido que pudo. No tendría porque inquietarse de aquella manera, ya que era algo completamente usual. ¿Quién no había vomitado alguna vez? Sin embargo, aún con ese pensamiento en la cabeza, no le daba buena espina lo que había ocurrido. 

- ¿A qué viene esa cara?- le preguntó Liam nada más verle acercarse. 

- Luke ha vomitado y se lo han llevado a la enfermería.- contestó en un hilo de voz. 

- Seguro que se pondrá bien.- añadió Harry, dibujando una torpe sonrisa en el rostro. 

Niall observaba la escena con curiosidad, siempre con atención puesta sobre el cambio drástico de comportamiento que Harry sufría frente a Louis. Sonrió para sus adentros. 

- Venga, come algo. Verás como todo mejorará con el estómago lleno.- le dijo, mientras le tomaba del hombro y le acompañaba a por su bandeja. 

Louis asintió y le siguió, convenciéndose poco a poco de que estaba exagerando. Finalmente, todos se sentaron juntos en la mesa y comenzaron una charla amena y banal, en la que intentaban que el chico se despejase un poco. No se veía tan tenso como antes, pero si se le notaba que no paraba de darle vueltas al tema. 

CLÍNICA COWELL (editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora