/sesenta y uno/

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- Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te desea Louis, cumpleaños feliz.- susurró al oído de Harry, mientras le acariciaba la mejilla con su nariz y envolvía sus piernas entre las de él.

Vio como el menor esbozaba una tierna sonrisa, haciendo que se reflejase en él mismo. Este abrió los ojos y se encontró con unos suaves labios trazando besos por todo su rostro, tan delicadamente que parecía irreal. Harry bajó lentamente sus manos por toda su espalda, hasta llegar al trasero de Louis, apretándolo suavemente, quien dejó su tarea en el rostro de Harry y clavó la mirada en sus ojos.

- Con que yo te doy tiernos besos y lo que tú haces es centrarte en mi trasero. Styles, son las ocho de la mañana.-

- Y es mi cumpleaños. Así que deja que disfrute de cada pequeña parte de tu cuerpo como se merece.-

- ¿Me lo merezco yo o te lo mereces tú?-

- Creo que ambos nos lo merecemos.-

Dicho esto, tomó con fuerza la cintura de Louis y le dio la vuelta, hasta que este sintió el colchón chocar contra su espalda. El mayor reaccionó rápido y pasó sus brazos por los hombros de Harry, al igual que sus piernas en su cintura. Este no pudo contenerse más y le besó apasionadamente, a lo que Louis respondió abriendo aún más la boca, dejando que Harry la recorriese con su lengua. Y es que cada movimiento estaba lleno de lujuria, pero también de dulzura. El menor empezó a recorrer el abdomen de Louis con la yema de los dedos, haciendo que se le erizase la piel. Cada pequeño gesto estaba medido, como si de una coreografía se tratase, creando miles de sensaciones en su interior. Harry logró sacarle la camiseta al mayor, dejando al descubierto su torso, el cual cada día estaba más torneado. Recorrió las pequeñas marcas de músculos con la boca, dejando castos besos sobre éstas. Louis sintió enloquecer y empezó a acariciar el pelo de Harry entre sus dedos, intentando no tirar de él. Él volvió a subir hasta el rostro del mayor, parando a la altura de sus ojos, perdiéndose en ellos.

- Todavía no asimilo que esto sea verdad. Que lo nuestro sea de verdad.- susurró Harry, juntando sus frentes.

Louis sonrió y empezó a mover la cabeza de un lado a otro, rozando las narices de ambos.

- Pues lo es. De hecho, es la primera vez que siento que algo es de verdad. Que mis sentimientos son correspondidos, que pertenezco a algún sitio, que no estoy solo.-

- Nunca pensé que podría encontrar la felicidad en alguien como tú. Mi futuro no albergaba un corazón, tan solo mi persona y algún que otro gato. Pero aquí estás, brindándole significado a mi vida y dándome un motivo para volver a levantarme.-

Sus labios volvieron a unirse, dejando el sabor del otro sobre estos.

- Se nos va a hacer tarde.- dijo Louis, separándose del menor, quién respondió con un puchero.- No me pongas esa cara que sabes que no me puedo resistir.-

Harry frunció el ceño, pero sonrió al notar un beso sobre su frente. Para disgusto de ambos, tuvieron que levantarse de la cama y empezar a vestirse. Aunque pasaban todo el día juntos, excepto las horas que dedicaban a las sesiones, siempre se les hacía insuficiente. Porque sentían que debían recuperar el tiempo perdido, ya que vagaron tanto tiempo sin conocer realmente lo que era el amor. Y ahora que lo habían encontrado, deseaban exprimir cada momento lo máximo posible, mientras investigaban como poder parar el tiempo para hacer su unión eterna.

El resto de la mañana logró pasar con tranquilidad. Harry recibió felicitaciones de parte de sus amigos, incluso de algunos residentes con los que solo había intercambiado un par de frases banales. Cuanto había cambiado todo, pensó. Estaba claro que no era la misma persona que ingresó allí diez meses atrás. Porque los sentimientos cambian la manera de ver el mundo y eso cambia la manera en la que te enfrentas a él.

CLÍNICA COWELL (editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora