/nueve/

87 7 1
                                    

HARRY POV. 

Habían pasado cuatro días desde que me habían obligado a hablar con una desconocida sobre la parte de mi vida más personal y difícil. Y aquello significaba que hoy se repetiría. 

Me levanté sin ganas, aunque aquello no era una novedad, e hice la rutina de mañana de manera automatizada. Eso tampoco lo era. 

Sentía que todos los de mi alrededor me juzgaban, sus miradas lo decían todo. Y tampoco los culpaba, yo también me repugnaba a mí mismo, era algo que se había plantado en mi cabeza tantos años atrás que ya no era capaz de vivir sin aquel sentimiento constante. 

Vinieron a buscarnos, a Louis y a mí. No me entra en la cabeza como puede seguir sonriendo a pesar de su situación, con tanto dolor y tristeza que parecía emitir su cuerpo. Estoy seguro de que le debieron de ingresar por algo bastante complicado y difícil. Puede que con circunstancias peores que las mías. 

Caminamos de nuevo aquel pasillo, por el que parecía que me ahogaba más a cada paso que daba. El enfermero que nos acompañaba nos deseó suerte antes de indicarnos que podíamos entrar en nuestra respectiva consulta. Finalmente, alguien amable. 

- Buenos días, Harry. ¿Qué tal te encuentras hoy?- me dijo sonriendo, haciéndome una señal para que tomara asiento. 

Le respondí con un simple asentimiento de cabeza. 

- Sé que es difícil comunicarse en una situación como la tuya, con una persona como yo. Pero necesito que comprendas que mi trabajo es el de tratarte adecuadamente, redactar un parte médico y establecer un tratamiento, para el trastorno que sufres. Pero me es imposible hacerlo bajo tus condiciones. Harry, repito que no debe de ser fácil para ti, pero te pido por favor que me respondas sinceramente a las preguntas que te hago, por favor-  me explicó, en un tono serio. 

Aquellas palabras me tomaron por sorpresa. En cierto modo, la entendía, ya que sé en lo que consiste su trabajo y la compadezco de que tenga que lidiar con personas como yo. Sin embargo, ella también debe de comprender plenamente mi situación, sentimientos y deseos. Y mi última voluntad era abrirme a ella. 

- Lo intentaré hacer. Lo mejor que pueda. Pero también me gustaría que comprendiera y respetara como me siento yo. En todo momento, si es posible.- 

- Por supuesto, faltaría más. No obstante, para yo comprender tus sentimientos, poner límites y para cuando sea necesario, requiero que tú hables sobre ellos y me hagas saber en todo momento cómo te encuentras. Quiero que sepas que esto es un espacio libre y que tú lo sientas como seguro. ¿De acuerdo?-

- Lo entiendo.- 

- ¿Cómo te has sentido estos días que no nos hemos visto?- 

- Cada mínima cosa que hago, desde respirar hasta cepillarme los dientes, es una verdadera tortura. Así que imagínese...- 

- ¿Hay alguna mínima cosa que te haga sentir mejor? ¿O menos mal?- me preguntó en tono comprensivo.

Y me paré a reflexionar la respuesta. Era completamente verídico que nada de lo que hacía me hacía sentir bien, todo lo que debía realizar a lo largo del día era por pura obligación. El simple hecho de recordar era igual que recibir una patada en el estómago. La comida parecía quemarme la garganta y tener que convivir con los demás me sacaba de quicio. Al parecer, como me temía, no había absolutamente nada que arreglasen mi vacía e insignificante existencia.

- No.- 

- ¿Estás seguro?- 

- Creo que estas cicatrices pueden corroborarlo.- 

Y acto seguido le mostré mis antebrazos, totalmente destrozados y mal cicatrizados. Los cortes aún podían detectarse profundos y las formas irregulares de estos cubrían casi toda la superficie. Había que admitir que eran realmente feos. 

CLÍNICA COWELL (editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora