/diecinueve/

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El miércoles, Liam apareció con un par de muletas a la hora del almuerzo, después de un par de días de reposo. Tal y como Harry le había indicado a Zayn, tenía un esguince, además de una leve fisura en el hueso del tobillo. Steve tendría que permanecer una semana más en aislamiento. El chico sonreía a cada persona que se le acercaba a preguntar qué tal se encontraba. Liam siempre había destacado por ser alguien simple, humilde, inteligente y, sobre todo, amable. Una de sus mayores cualidades y por lo que la gente le apreciaba tanto era que nunca juzgaba a los demás, siempre se sentían cómodos con él alrededor. A todas horas tenía una sonrisa dibujada en el rostro que parecía estar diciéndote: "todo va a estar bien". 

Zayn había amado aquello desde que tiene uso de razón, sabiendo con certeza que el chico le iba a hacer sentir mejor. Nunca se había dirigido mal a él, subido el tono o culparle de algo que no había cometido. Escuchaba cada palabra que tenías que decir y se quedaba a tu lado el tiempo que necesitases. Era un pequeño ángel manchado de sangre. 

- Regresó nuestro pobre atleta lesionado.- bromeó Niall en cuanto llegó a la mesa.

- Pero la medalla mereció la pena.- contestó en el mismo tono, haciendo que riesen.- En realidad, no ha sido para tanto. Fue un golpe preciso, pero nada del otro mundo.- 

- La próxima vez le voy a dar yo el puto golpe preciso en los huevos.- añadió Zayn, viendo como Harry se tapaba la boca, ocultando la risa. 

- ¿Os acordáis de cuando yo me rompí el pie? No me olvidaré en la vida de la cara de Lewis, mi antiguo compañero.- añadió Niall, mirando a Harry y a Louis.

- Tenías el pie como si hubieses estado haciendo papiroflexia.- comentó Ashton, que tampoco olvidará aquello nunca. 

- Fue brutal, os lo juro. Y, lo mejor de todo, es que el mamón no podía para de reír. Se miraba el pie y se carcajeaba él solo. Lewis terminó en el suelo riéndose con él.- Liam también recordaba el incidente al detalle. 

Harry, nada más de imaginar la situación, se echó a reír. Louis sonrió al ver al chico así, siendo la primera vez que lo veía sin una mueca de desagrado en el rostro. Era la primera vez que lo vio reír. 

El resto del almuerzo prosiguió con total normalidad. Unos hablaban, mientras otros escuchaban. Una suerte que en el desorden de nuestra sociedad es prácticamente un lujo. Un mundo egoísta en el que todos hablan, pero nadie escucha. Sólo hay caos. Sólo hay ruido. No hay paz. No hay sosiego. Sin embargo, encerrados en un psiquiátrico habían crecido más como personas que donde la sociedad espera que lo hagan y habían aprendido a empatizar con los demás de una manera prácticamente automática. Habían llegado a poner las necesidades de los demás por delante de las suyas, siendo conscientes de que su integridad física y moral pendían de un hilo deshilachado. Y era por eso mismo que llegaban a entender contra lo que la otra persona estaba luchando, deseando por un momento apaciguar su dolor. Eran conscientes de que no todos estaban en el mismo nivel, ya que había gente que no comían, no hablaban, no querían bañarse, no se levantaban de la cama, que solo querían apagarlo todo. Pero muchos tenían siempre en mente que un simple gesto, que era insignificante fuera de aquellas paredes, allí se convertía en una vida entera. 

El calendario marcaba ocho de mayo, por lo que el número de días en los que el tiempo era favorable iba en aumento. El sol y el buen tiempo también ayudaba en la terapia de mucho de los residentes, por lo que se decidió añadir un tiempo extra de patio, mientras durara el buen tiempo, después del almuerzo, donde los residentes pasaban un tiempo tranquilo junto con los demás. 

- Se te van a desgastar los ojos.- Niall apareció detrás suya en un momento.

- Que sepas que no te soporto.- le contestó Harry, poniendo los ojos en blanco. 

CLÍNICA COWELL (editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora