Capítulo 5

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Heath se acercó hasta la pequeña cocina y miró alrededor. Desde el umbral de la puerta, Gisele lo saludó.

–¿Necesitas algo? –inquirió, sacudiéndose las manos. Él negó–. ¿Buscas a Genevieve? –Heath asintió–. Una de las jóvenes del pueblo ha decidido casarse –Gisele se encogió de hombros, como si no lo entendiera– y Genevieve ha ido a ofrecer su ayuda para preparar la festividad.

–¿Eso es común? –preguntó, intrigado.

–¿Qué? ¿La ceremonia en medio de una guerra o que Genevieve ofrezca ayuda?

–Las dos.

–Sí, a las dos –contestó e intercambiaron una sonrisa–. ¿Por qué?

–Me da curiosidad... –Heath sacudió una vez la cabeza–. No importa.

–¿Qué sucede? –Gisele siguió su mirada alrededor. Era una cabaña pequeña y humilde, pero limpia. ¿A qué exactamente estaría acostumbrado Heath? Frunció levemente el ceño pensando, él le daba bastante curiosidad. Su origen.

–¿Tienen libros?

–¿Libros? –Gisele ladeó el rostro–. ¿Tú crees que nosotras...?

–Es solo que no lo comprendo...

–¿Qué?

–¿Son sueños? –musitó Heath–. De cualquier forma, recuerdo muchas historias y pensé que quizá si tenía entre mis manos los libros de las que venían, podría recordar algo.

–Ah... –Gisele buscó algo que decir, algo que no hiciera evidente que ahí, además del pañuelo que Heath ya había visto, no tenían nada que le perteneciera. Lo mejor era distraerlo–. ¿Cuáles historias?

–¿Cuáles?

–Sí. Dijiste que recuerdas historias... ¿me las contarías?

–Desde luego –contestó, con una nota de sorpresa–. Supongo que las reconocerás... –su voz fue perdiendo intensidad– o quizá no. ¿Solía contarte historias? ¿Antes? ¿Cuándo eras pequeña? De hecho, ¿hace cuánto...?

–Si no quieres contarme, está bien –cortó Gisele, intentando suprimir su inquietud ante las preguntas. No podía contestar nada hasta que acordaran una sola historia con Genevieve. ¿Por qué no lo habían hecho ya? ¡Deberían haberlo hablado!

–Te las contaré –contestó Heath, sentándose en una de las sillas dispuestas alrededor de la mesa. Gisele también se sentó–. Pero antes... ¿te ofendí?

–¿Con qué? –inquirió Gisele, sorprendida.

–Si lo hice, quiero disculparme. No quise que sonara como un interrogatorio.

–Heath, solo puedo imaginar cómo te sientes al no recordar nada –Gisele le brindó una sonrisa cálida– pero no quiero que demasiada información sea dañina para ti –añadió, porque fue lo primero que se le vino a la mente.

–Gracias –dijo y en esa palabra se encerraban muchas emociones, pero especialmente aquella, agradecimiento por aquellas dos mujeres que no recordaba y aún así hacían todo por cuidarlo y que mejorara–. Entonces, empezaré con una de mis historias favoritas, se trata de un joven que viaja a través de varios reinos en la búsqueda de convertirse en un caballero digno de ese nombre. Así pues, esta historia inicia cuando, al mirar el atardecer de un día particularmente agotador, el joven...

Heath relató la historia durante horas y, entre breves recesos, se preguntó cómo lograba recordarla tan bien. ¿La había leído en muchas ocasiones? ¿O quizá la había escuchado de alguien más? ¿Cómo es que hasta los más pequeños detalles de la historia del joven caballero estaban presentes en su mente, pero su propia vida con sus particularidades había desaparecido?

Una oportunidad (Drummond #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora