Capítulo 14

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–¿La guerra está avanzando hacia Flumen? –Genevieve rompió finalmente el silencio con esa pregunta llena de preocupación.

–Posiblemente –Heath asintió, sabiendo que no tenía sentido ocultarlo–, pero quizá termine antes.

–Espero que así sea. No quiero volver a un lugar devastado –desvió la mirada–. Sueno egoísta, ¿verdad? –suspiró– preocupándome de eso en lugar de quienes han quedado atrás.

–No, Evie, no lo eres. Sencillamente es un lugar que ha sido tu hogar por mucho tiempo y no puedes soportar la idea de que sea destruido. Es tu refugio.

–O calabozo –musitó y reprimió un escalofrío– de todos modos, algo conocido –añadió, tratando de restar importancia a lo dicho antes– aunque no un hogar.

–Evie...

–¿Sí?

–¿Un día me contarás lo que sucedió?

–¿Lo que sucedió? ¿Para marcharme?

–Sí, pero no solo eso. Sino antes.

–¿Antes?

–Antes –confirmó Heath, buscando sus ojos. Genevieve lo miró de reojo, evitando desviar su mirada hacia sus manos, porque las sentía, estaban temblando–. Evie, no...

–Heath, un día, lo haré –prometió, interrumpiendo sus palabras y tomó valor para mirarlo–. Lo haré. Si todavía quieres escuchar esas historias, te las contaré.

–Quiero escuchar todo de ti, Evie –Heath tomó aire y lo soltó lentamente–; porque, también, espero que quieras escuchar las mías.

–¿Las tuyas? ¿Qué quieres decir?

–Las mías –asintió–. Las de antes de ti, Evie. De que me salvaras.

–¿Antes de...? –Evie se llevó una mano a la boca abierta de sorpresa–. Dioses, tú...

–Sí, Evie.

–Lo recuerdas.

–Lo recuerdo. Todo –añadió, para que no quedara duda alguna–. Y espero que...

–Te escucharé, pero no ahora –Genevieve llevó su mano a los labios de Heath, acallándolo–. Esta noche, esta noche me lo contarás.

–Genevieve... –formó su nombre contra la palma de la mano de ella. Genevieve sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas.

–Esta noche –repitió carraspeando. Se incorporó sin mirarlo y regresó a la cabaña, sintiendo como su corazón se rompía por lo que sabía que venía. Tenía que haberlo esperado, de hecho, así había sido.

Sabía que lo perdería. Pero, no, no tan pronto... apenas había vuelto a su lado. ¿Por qué tan pronto? ¿Por qué había recordado? ¿Por cuánto tiempo?

Y no, no es que ella imaginara siquiera lo que él iba a decirle. Pero, dentro de sí, muy dentro, sentía que, lo que fuera, podía separarlos. Quizá, sin saberlo, ya lo había hecho, solo que todavía no lo sabía.

Lo sentía. Porque lo había visto, escondido en la admisión recelosa de Heath, al fondo de sus ojos, algo había cambiado con esos recuerdos. Y había temor. Un claro, clarísimo temor y un sentido de pérdida. Algo irrecuperable.

Durante las horas que transcurrieron en las que intercambiaron impresiones de la situación del Reino y de lo que podría traer en el futuro la guerra, Genevieve se obligó a mantenerse animada, sin dejar de charlar y asegurar que estaba bien, que el alivio porque se encontraran todos juntos nuevamente la hacía sentirse abrumada, pero feliz.

Una oportunidad (Drummond #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora