Capítulo 39

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A pesar de los sucesos de los últimos meses, la vida seguía su curso y así fue como encontraron los habitantes de Savoir, dando la bienvenida a cada día, con mayor optimismo, pues se rumoreaba que el fin de la guerra, habiendo descubierto a los conspiradores del reino, estaba cerca y una vez más reinaría la paz en el reino de Ghrian.

Aunque, la mayor alegría de todos era que, poco a poco, los jóvenes soldados volvían a sus hogares, recuperando Savoir su guardia personal y luego unos cuantos más que eran parte del ejército del rey, pero eran originarios de Savoir, por lo que algunos de sus familiares aún vivían ahí.

En general, en el reino se vivía una época de relativo bienestar... o eso es lo que la mayoría de ellos pensaban, siempre ignorando que, probablemente, había una parte del reino que no compartía ese optimismo.

"Los traidores" se susurraba, pero nadie quería hablar muy alto, preferían, por mucho, volver a sus labores e ignorar asuntos políticos complicados que podrían ponerlos en un nuevo riesgo.

No. Si había una salida pronta, por la que una parte del territorio del reino debía pagar, que así fuera. La inocencia o culpabilidad no se discutía, era algo que se probaría eventualmente y no era preocupación de la gente común.

En cambio, la alegría por los nacimientos que estarían próximos, una nueva generación llena de energía, sí que rejuvenecía sus corazones. En particular, la perspectiva de que pronto habría un nuevo heredero en el Castillo Drummond, siendo evidente por el estado de embarazo avanzado de lady Genevieve Drummond.

–¿Por qué no estás en la habitación? –inquirió Heath, desanimado, sentándose junto a ella en el jardín–. Hace frío.

–No lo hace –respondió Genevieve, visiblemente divertida.

–¿Por qué no sigues las recomendaciones de los médicos? –Heath tomó su mano entre las de él–. Quiero que te sientas bien.

–Estoy bien, Heath. Y tú estás exagerando con lo que ha dicho uno de ellos. Tampoco puedo estar encerrada todo el tiempo. Aún quedan un par de meses hasta que nazca nuestro hijo y...

–Y no puedes hacerlo todo sola, cariño, lo sabes. ¿Crees que no me doy cuenta de cómo te escabulles de un lado al otro, por el Castillo, silenciando a los siervos para que no te delaten conmigo?

–¿Cómo supiste de eso?

–Evie, por favor, he vivido en este Castillo toda mi vida, con la siempre presente perspectiva de regentarlo un día. ¿Acaso crees que hay algo oculto aquí para mí?

–Es solo que... no quiero estar ahí, en un rincón, sin ser capaz de ayudarte en lo absoluto. No me pidas eso, Heath.

–Evie, tú nunca dejas de ayudarme. Me basta saber que estás ahí, siempre ahí.

–Y nunca dejaré de estarlo. Para ti. Mi esposo.

Genevieve giró su cuerpo y elevó el rostro para besar la mejilla de su esposo. Cuando él volvió el rostro, encontró sus labios y volvió a besarlo.

–Deja de preocuparte por mí, Heath. Estoy bien.

–Hmmm...

–Y por tus hermanos.

–Hmmm...

–Y por cada habitante de Savoir y aquellos que un día fueron parte de tus tierras... es mucho para un día, esposo mío.

–Ojalá pudiera evitarlo... –Heath volvió los ojos al cielo– han pasado tantas cosas en estos últimos años... tantos cambios, tanto... no sé si estoy listo para lo que pueda venir.

Una oportunidad (Drummond #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora