Capítulo 12

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Heath sentía que estaba en medio de una pesadilla, constantemente, porque ni las pocas horas de sueño ayudaban a espantar el horror que se vivía alrededor, tan dolorosamente cerca, tan increíblemente absurdo.

Dioses, no lograba comprender aun el porqué de esa guerra y eso que había intentado encontrar razones en más de una ocasión, hablando con varias personas que se cruzaban en su camino, a las cuales, sinceramente, no sabía si llamar amigos o enemigos. Eran, hasta donde él podía ver, seres humanos, igual que él y Evie y Gisele y... sus hermanos. Cualquiera de los jóvenes que luchaban podía haber sido uno de ellos.

Entonces, ¿por qué luchaban? ¿Por poder, como había dicho un poco demasiado cínicamente Gisele? ¿O por un lugar propio, como había afirmado quedamente Evie?

¿Y él? ¿Por qué él no había luchado? ¿Y por qué su hermano, el que había ido a buscar, sí?

Cerró los ojos, intentó que recuerdos vinieran a su mente, cualquier cosa que pudiera acallar el ruido ensordecedor a su alrededor, aquel que ya no estaba ahí, habían afirmado Gisele y Edith, pero que él seguía escuchando.

Y...

Todo lo que vino a su mente fue ella.

La mujer que... oh dioses.

La mujer con la que estaba comprometido.


***


Y de pronto dejaste de hablar –señaló Kyan, mirando con sospecha al menor de los Drummond–. ¿Qué pasa?

–¿No lo notaste? Ese hombre... no era confiable –indicó Ashton.

–¿Y llegaste a esa conclusión...? –inquirió exasperado.

–Porque me veía atentamente. Y a ti. A todos, en realidad. Calculadoramente.

–Natural. Estamos en una parte lejana del reino, donde se sienten con más fuerza los efectos de la guerra porque se hace difícil que lleguen provisiones. Entonces, no veo cómo...

–Pero su mesa estaba muy bien provista, ¿no? No parecía que le faltara nada.

–¿Y tu punto es...?

–Que eso no es normal. Como bien lo señalaste, no debería haber tenido una mesa tan abundante y para tan pocas personas.

–Concuerdo con eso. Es un desperdicio.

–Es más que eso. Probablemente esté deteniendo las provisiones que deberían ser distribuidas –Ashton frunció el ceño–. Tendré que hablar con Soleil.

–¿Soleil?

–La hermana del regente de Artem –aclaró Ashton–. ¿No sabías que este pueblo, Flumen, es parte de esas tierras?


***


Había pasado demasiado tiempo, se sentía inquieto y tenía que hacer algo. Había encontrado su lugar, al que sabía que pertenecía, junto a Evie, pero no podía hacer nada por ella a menos que recordara quién era. Y, tras aquel recuerdo, era más importante que nunca que lo hiciera.

Porque él no podía arreglar aquel inesperado compromiso a menos que pudiera volver. Bueno, inesperado porque no sentía que amara a nadie, que lo esperaran, que... bueno, sería absurdo que lo sintiera, ya que no recordaba, pero ¿por qué no anhelaba a alguien? ¿No debería ser así? ¿No tendría que sentir algo, lo que fuera por aquella mujer a la que no recordaba?

Una oportunidad (Drummond #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora