Genevieve asintió mientras caminaba y escuchaba las consultas que le hacían. En verdad, no pensó que tendría que aprender tan rápidamente el manejo del Castillo desde la partida de su esposo. Sí, era cierto que Weston estaba ahí para ayudarla, así como el resto de habitantes, pero había cosas que pronto entendió dependían de ella, incluso si su aprobación era una simple formalidad.
En ausencia de Heath, la regencia automáticamente parecía recaer en ella, no en su suegro, quien en esos días se había debilitado aceleradamente. Por supuesto, esto no lo sabría si no se hubiera animado a visitarlo, tras escuchar cada vez más susurros sobre la gravedad de su situación.
Así que tomó valor y lo hizo. Al principio, su recepción fue tibia, aunque eso la animó más. No parecía sentir la animadversión que tan abiertamente le profesó aquel primer día. Escuchó lo que él tenía que decir, que no era demasiado, y luego le narró cómo había encontrado a Heath y el tiempo que había pasado a su lado.
Al concluir su narración, su gesto seguía siendo sobrio, algo lejano; pero, sus ojos, contaban otra historia. O al menos eso quería creer. Aquel color gris, tan similar al de Heath, la hacía creer que, en verdad, al fondo de su alma, aún existía el hombre que había criado a hombres tan excelentes como Heath o Weston.
Se había levantado para marcharse, cuando sintió un impulso y se lo dijo. Giró y le reveló que estaba esperando un hijo de Heath.
Su expresión no había variado demasiado en ese momento tampoco. Sin embargo, le había pedido que volviera al día siguiente a tomar el té con él.
Lo hizo. Y cada día después de aquel.
Hasta que ya no fue posible. Y lord Wulfric Drummond empezó a desfallecer, sin poder salir de su lecho, por lo que fue evidente que la hora de llamar a Heath de vuelta a casa había llegado.
Para las comunicaciones que debía cursar sí pidió consejo a Weston; además, se familiarizó todavía más con la familia Drummond, de la que ahora formaba parte, entendiendo los intricados momentos y relaciones que los habían llevado hasta ese momento. Cómo, por ejemplo, por qué no podrían deslindarse de sus vecinos, las tierras de Artem, aunque a ella secretamente le hubiera gustado lo admitía; o, cómo el monarca buscaba controlarlos a través de arreglos matrimoniales. Eso había sido patente desde hacía unas décadas, por lo que ningún heredero de Savoir desde hacía varias generaciones había llegado a una ceremonia matrimonial que no fuera arreglada.
Hasta Heath. Él había desafiado el compromiso, su posición en el reino y su tradición familiar por el matrimonio de ellos. Y Genevieve no había estado consciente de cuánto había significado ello en verdad para alguien en la posición de Heath, un lugar que por menos podría verse afectado, tanto en sus tierras como por un mandato de la Corte.
De hecho, que el rey no hubiera puesto mayor objeción a su unión era sorprendente... o lo sería si no supiera que esto había afectado bastante la fuerza política de Savoir en la Corte. Quizá, se murmuraba, hasta había sido bienvenido este cambio por el rey, entendiendo que Heath Drummond nunca lograría reunir el poderío necesario para atentar contra el monarca.
No que Heath fuera a hacerlo. De eso estaba convencida Genevieve. Si no afectaba a Savoir y sus habitantes, Heath no los pondría en peligro por unos absurdos juegos de poder. Su prioridad era sus tierras, a las que amaba, como a su gente... y eso hacía que lo quisiera más todavía.
Pero, también había entendido las advertencias veladas de su suegro en las contadas conversaciones que habían mantenido. Sí, quizás ella no podría hacer mucho por Heath en cuanto a posición social o económica; sin embargo, nunca lo abandonaría, ni a sus hijos, sería su compañera más leal y la que más lo amaba. Sin importar lo que los esperara, lo afrontarían juntos. Como una familia.
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Una oportunidad (Drummond #1)
RomanceHeath Drummond se dirige al frente de batalla para rescatar a su hermano menor. Sabe que es una misión que puede costarle la vida, pero no le importa. En ese momento, lo único que importa es llegar a tiempo y cumplir su deber como el mayor de los he...