Capítulo 15

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–Evie, por favor, no quise decir...

–Lo entiendo y siempre lo supe. No tienes que...

–Evie, no –él tomó su mano, para evitar que se alejara–. Escucha, lo que quise decir, sin mucha claridad, es si debería marcharme. Para que ustedes estén seguras. Tanto tú como Gisele, por eso, ¿debería marcharme?

–¿Seguras? ¿Por qué? ¿Qué quieres decir?

–Evie, lo he recordado todo. Incluido lo que pasó cuando estuve en el frente. No fue un accidente.

–Naturalmente no, estabas en medio de un campo de batalla, probablemente querían matarte.

–La batalla había terminado... lo que vi... pero no es lo que quise decir. Evie, alguien me tendió una trampa para que acudiera. Ahora que lo recuerdo, todo fue extraño. Desde la misiva hasta mi llegada al campo... alguien debía saberlo, debió estar esperando... pero, por alguna razón, no acabó conmigo. ¿Por qué? ¿Me dieron por muerto? ¿Sin cerciorarse? –Heath sacudió la cabeza–. Hay algo que no concuerda, algo que me hace temer que esto no haya terminado.

–¿Qué quieres decir?

–Si querían matar al heredero de los Drummond, no lo lograron. Pero ellos aún no lo saben o quizá podrían estarlo descubriéndolo ahora... –pensó en su carta, ¿y si caía en las manos equivocadas?– y eso podría ponerlas en peligro a ustedes. Y no me perdonaría si les sucediera algo por mi causa.

–Heath...

–Pero tampoco quiero dejarlas. No me siento tranquilo sabiéndolas lejos. Y mucho menos después de lo que sucedió cuando nos separamos –Heath tomó la otra mano de Genevieve–. Evie, sé que esto es mucho, pero quiero que lo pienses antes de negarte...

–Heath, ¿podríamos hablarlo luego?

–Evie, déjame decírtelo todo. Prometo que terminaré pronto.

Pero eso era lo que ella no quería. Que terminara. Lo temía.

–Heath... –suplicó, pero él sostuvo su mirada.

–Evie. Genevieve Leroux, ¿te casarías conmigo?

La única señal de que ella lo había escuchado eran sus ojos. Seguían desmesuradamente abiertos, como si no estuviera segura de lo que habían escuchado sus oídos.

–¿Evie?

–¿Cómo puedes decir...? –Genevieve se soltó–. ¿Cómo puedes bromear con algo así, Heath?

–Evie, no es una broma.

–¡Por supuesto que lo es! –exclamó, alejándose. Pero él la alcanzó en dos zancadas y la abrazó por la espalda–. Heath, suéltame.

–¿La idea de casarse conmigo es tan aterradora?

–¿Sigues bromeando? No pensé que serías cruel, Heath... –la voz de Genevieve se rompía de nuevo. Él la estrechó con más fuerza y le habló al oído.

–No es broma. De verdad, quiero que aceptes casarte conmigo, Evie. Así podrían venir conmigo de una manera respetable, así no tendría que dejarlas atrás, a ti y a Gisele, cuando no quiero hacerlo, porque temo hacerlo.

–Heath, no tienes que sentirte obligado a...

–Sabes que no es obligación. Es porque les tengo cariño y... porque te amo, Evie. Mi Evie... –Heath sintió como ella se estremecía. Lloraba–. Seré un buen esposo para ti, Genevieve. Solo para ti. Dame una oportunidad –suplicó.

–Sabes que no se trata de eso.

–¿No?

–¡Estás comprometido! Tú lo dijiste.

Una oportunidad (Drummond #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora