Capítulo 35

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Heath se quedó quieto, asombrado, intentando procesar la información que había salido de los labios de su Evie. Dioses, ella, su esposa, estaba embarazada. Tendrían un hijo. ¡Sería padre!

–¡Evie! –exclamó Heath, estrechándola con fuerza. La escuchó reír contra su pecho–. Yo... nosotros... ¡vamos a ser padres!

–Sí –Genevieve se separó un poco, para mirarlo. Una de sus manos todavía estaba apoyada en su mejilla–. ¿Estás feliz, esposo mío?

–¿Feliz? ¡Dioses, eso no abarca lo que siento! Cariño, nada que diga podrá expresar apropiadamente lo que siento. La felicidad... el temor... pero, sobre todo, el infinito amor por ti –Heath sonrió y acarició suavemente su mejilla– por nuestro hijo. Suena tan... –cerró su boca, pensativo– ¿por eso llorabas en la tarde?

–¿Qué? –Genevieve soltó, confusa, antes de que su mente recordara–. Ah, en el jardín...¿me viste?

–Sí. Abrazada con Gisele. Quise acercarme, pero temí interrumpir y... ¿por qué sonríes?

–¿Cómo es que eres... así? Tan considerado, tan... –Genevieve sintió que sus ojos volvían a llenarse de lágrimas– no puedo creer que seas mío.

–Cariño, no llores –Heath acarició su cabello, luego elevó su rostro y besó suavemente sus labios–. No lo hagas –otro beso– te amo.

–Heath... –Genevieve suspiró y se abrazó a él–. También te amo.

–Eres todo para mí. Mi familia. Y pronto, seremos tres en verdad.

–Sí –Genevieve pronunció bajo–. Una familia. Tu heredero, Heath.

–¡Un heredero! –Heath soltó una carcajada de felicidad–. ¿Quién lo diría? Ni siquiera hemos estado casados un año y ya pronto tendremos un bebé.

–El primero de varios –dijo Genevieve, mirándolo con un brillo travieso en su mirada.

–Así será, cariño –confirmó Heath. A continuación, la alzó en sus brazos para depositarla en el lecho–. ¿Estás cansada? –inquirió.

En respuesta, Genevieve alzó los brazos, los pasó por su cuello e hizo que se agachara para besarlo.

–Perfecto –murmuró Heath, cubriéndola con su cuerpo, listo para amarla durante el resto de la noche.


***


Heath se sentía reticente a realizar aquel viaje a la Corte, pero si lo posponía y en verdad su padre fallecía, tendría que partir y dejar a Genevieve sola, probablemente con un embarazado avanzado, lo que no estaba dispuesto a hacer.

Así que, tras hablar con Weston, y escribirle una carta a Robin informándole su decisión, realizó todos los arreglos para su partida al día siguiente.

Suspiró. Había transcurrido una semana desde que supiera de la futura llegada de su hijo. Un nuevo Drummond.

El médico lo había confirmado, asegurándole que todo estaba bien, lo que no evitaba que se sintiera inquieto.

Y, aunque temía, como le había dicho a Genevieve, también sentía una renovada seguridad en que podría mantenerlos seguros. Tenía que hacerlo. Por Savoir. Por sus habitantes. Por su familia, cada uno de ellos.

Tendría que ser inteligente en sus decisiones, sí, pero aún más. Lo que más necesitaba, lo que quizá le costaría bastante lograr, sería ser prudente ante todo.

–¿Estás seguro de que debes irte? –interrogó Gisele a través de la estancia.

Se habían reunido esa tarde en la biblioteca las hermanas Leroux y los dos hermanos Drummond. Heath bajó el libro que tenía en la mano y la observó con curiosidad.

Una oportunidad (Drummond #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora