Capítulo 17

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La mañana había llegado y Genevieve despertó sobresaltada. Miró a su lado y Heath no estaba ahí. ¿No había regresado?

Levantó las mantas y escuchó como la puerta se abría con sigilo. De pronto él entró, llevando una bandeja con comida. Su desayuno.

–Buenos días, Evie –saludó Heath con una pequeña sonrisa–. Espero que tengas hambre.

–Buenos días, Heath –Genevieve lo miró, avergonzada–. Anoche estaba cansada y me quedé dormida. Lo siento...

–¿Lo sientes? –él la observó, sorprendido–. ¿Por qué, Evie? Necesitabas descansar, me alegra que fuera así.

–¿De verdad? –Genevieve salió de la cama y se colocó una bata para resguardarse de la frescura de la mañana–. Yo... –ella alargó su mano hacia el brazo de Heath. Él dejó la bandeja sobre la mesa y posó la mano sobre la suya–. Gracias.

–No es nada, mi Evie –Heath no pidió explicaciones. Le dio un apretón en la mano y depositó un suave beso en su frente. Ella sonrió–. ¿Preparada para un día con tu esposo?

–Sí –contestó con seguridad, sonriendo también. La luz de la mañana había ayudado a disipar los malos recuerdos.

Mientras hacían el corto trayecto hasta la casa de los familiares de Gaspard, Heath reflexionaba sobre los últimos días. Conforme se había acercado el día de su boda, había notado una leve tensión en Evie, a momentos, no era tan evidente como para atribuirle más allá de nervios por la situación en general. O eso había supuesto.

Por esa razón, había hablado con ella antes de que se celebrara su unión; no obstante, su intercambio lo había tranquilizado y dejó estar el tema, pensando que todo estaría bien después.

Qué equivocado había estado. En lugar de mejorar, una vez pasada la ceremonia, Genevieve se había puesto más inquieta, ya sin poder conciliarlo en lo absoluto. Se abrazaba a sí misma, como si quisiera protegerse del mundo. Y, aunque él creía entenderlo, le dolía no poder darle la seguridad que tanto necesitaba y por la que pensó que este matrimonio era la mejor alternativa.

¿La había presionado, aunque ella había afirmado que no?

No dudaba que lo amara, de la misma forma que él la amaba. Pero, no se podía negar, había algo mal.

Y, mientras no lo hablaran, no habría nada que pudieran hacer.

Solo que... no quería presionarla. No más de lo que lo había hecho las circunstancias, de cualquier modo.

–¿Heath? –Genevieve lo llamó, halando su brazo. Él la miró–. ¿Sucede algo?

–No –sí.

–Hmmm...

–¿Qué sucede, Evie?

–No lo sé. Por un momento temí... nada.

–¿Temiste? ¿Qué?

–¿Estás enfadado conmigo?

–No –la miró, sorprendido–. Por supuesto que no, Evie –reafirmó cuando encontró sus ojos llenos de duda.

–Heath, realmente... te amo –dijo, en voz baja.

–Cariño... –él enmarcó su rostro y en ese momento abrieron la puerta para recibirlos.

Un carraspeo irrumpió en su mundo y luego se escucharon varios comentarios de lo poco novedosos que eran los comportamientos en todos los recién casados. Heath rió y aceptó las felicitaciones, una vez más, aunque su mente no podía dejar del todo de lado la noche pasada. La que todos suponían había sido su feliz noche de bodas.

Una oportunidad (Drummond #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora