Heath había tenido unas semanas ocupadas y temía que estaba descuidando a Genevieve, pero ella no se lo reprochaba, ni siquiera en las noches que no podía acudir a compartir su lecho. Y no era porque no quisiera, sino porque había tantos asuntos por atender y con los que ponerse rápidamente al día, ya que su hermano Robin había tenido que partir rápidamente a Artem, que las horas parecían acortarse más y más. Sentía que no podía bajar la guardia, ni siquiera en el Castillo, pues su padre estaba extrañamente calmado, aun cuando no dejaban de discutir por su matrimonio, y todo parecía el presagio de una tormenta.
Necesitaba ayuda, pero no estaba seguro de cómo pedirla o a quién. El único en quien confiaba plenamente, notó, siempre había sido Robin. Él había sido como una parte más de sí mismo, y ahora, después de lo que sus decisiones le habían hecho, lo que menos podía era pedirle que volviera.
Pero lo inquietaba. Su ausencia, de alguna forma, hacía que todo se sintiera más inminente. Y, aunque no quería admitirlo, temía perderlo. Como había sucedido con su hermano Brendan. O con la pequeña Ada.
No los había podido proteger. Y, ahora, a momentos, temía que no sería capaz de proteger a nadie. No realmente. No hasta que no tuviera el control oficial de Savoir.
Aunque eso... eso no significaba que quisiera volver a sufrir una pérdida tan pronto. Pese a todo, él quería y respetaba a su padre. Además, lo entendía, un poco... la regencia podía ser un asunto solitario y de decisiones difíciles...
Dioses. ¿Qué le estaba sucediendo?
Y después, aquella mañana, había visitado al médico que atendía a su padre, quién le había comunicado que su padre estaba agonizando, lo que significaba que no podría marcharse para acudir al llamado del Rey que había llegado el día previo. No sería una negativa bien recibida por el monarca y podría obstaculizar su pronta designación como el regente; solo que, en ese momento, era lo que menos le importaba.
Su padre estaba muriendo. Muriendo. Y sus hermanos estaban lejos, quedando en el Castillo solo Wes... y no podía decirle a Wes lo que sucedía... ¿o sí? ¿Podría pedirle ayuda?
No sabía qué hacer.
Y recordaba las palabras de su esposa. En una ocasión, ella le había asegurado que Wes poseía una fortaleza interna extraordinaria y él había estado de acuerdo, asegurando que siempre había pensado que Wes tenía mucho valor para vivir... pues, por como vivía. Pero ¿realmente lo pensaba? ¿No había tratado también él, muchas veces, de escudarlo y protegerlo?
A diferencia de Robin, quien no solo no lo hacía, sino que parecía que confiaba plenamente en su hermano menor.
¿Acaso él no lo conocía en absoluto? ¿A ninguno? ¿Haberse criado centrado en el deber de regentar Savoir lo había hecho un extraño para su familia? ¿Y ese mismo deber lo haría un extraño para su esposa?
Tenía tantas cosas en su mente que lo único que pudo hacer fue soltar los libros que estaba estudiando sobre las finanzas de Savoir y caminar hasta la ventana. Era un día despejado, que invitaba a salir. Aunque eso no fue lo que llamó su atención.
En el jardín pudo ver a su esposa y su cuñada. Estaban hablando, tomadas de la mano. Y, a pesar de todo, una leve sonrisa se le escapó ante aquel gesto de cariño de las hermanas Leroux.
Antes de pensarlo, sus pasos lo habían conducido hasta ellas... y se detuvo abruptamente cuando notó que, ahora, estaban abrazadas... y llorando.
¿Qué, por los dioses, había sucedido?
Estuvo a punto de acercarse, pero algo lo detuvo. ¿Y si era un momento íntimo entre hermanas que iba a interrumpir innecesariamente? ¿No sería mejor buscar más tarde a Genevieve y hablar con ella?
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Una oportunidad (Drummond #1)
RomanceHeath Drummond se dirige al frente de batalla para rescatar a su hermano menor. Sabe que es una misión que puede costarle la vida, pero no le importa. En ese momento, lo único que importa es llegar a tiempo y cumplir su deber como el mayor de los he...