Heath seguía sentado en el pequeño escalón en el umbral de la puerta trasera de la pequeña cabaña, aquella que conectaba la cocina con el huerto. El sol estaba alto en el cielo y una brisa fresca corría por los alrededores. Era un buen día, aunque él no se encontraba del todo animado.
Se sentía extraño estar solo, como si no estuviera acostumbrado a que fuera así. Le hacía falta los sonidos tan familiares que inundaban la cabaña cuando Genevieve y Gisele estaban presentes. Las dos mujeres habían ido a la ceremonia de boda y él, aunque quizá podría haberse esforzado por ir, no le había parecido una idea particularmente buena. Después de todo ¿quién le garantizaba que todo estuviera bien si se revelaba que había perdido la memoria? Y eso habría sido inevitable ya que no habría reconocido a nadie y, aun con la ayuda de las hermanas Leroux, podría haber cometido un desliz y...
No, lo mejor era esperar.
Además, algo le decía, lo podía sentir, que pronto recordaría. Si no todo, empezaría a hacerlo de un momento a otro.
Sí. Aquellos sueños... tan vívidos... ¿eran sueños o eran recuerdos?
Miró al horizonte, intentando encontrar algo que fuera familiar, pero, una vez más, fracasando. Tenía esa extraña sensación de que, de alguna manera, todo era nuevo. Como si lo viera por primera vez, aun cuando la familiaridad de haber despertado hace varias semanas hacían que no fuera exactamente extraño lo que lo rodeaba, tampoco parecía especialmente conocido.
¿Cómo era posible? No lo entendía. Debería sentir algo más... –volvió la mirada hacia dentro de la cabaña, la recorrió y suspiró–. Algo... más.
Giró el rostro hacia el cielo azul, observó las nubes pasar y...
–¡Heath! Eso no es cierto... tú no has visto un caballo alado.
–Te puedo asegurar que sí –respondió entre risas. Alguien lo empujó–. ¿Qué...?
–Lo mereces. No deberías andar inventando cuentos –dijo otro de los jóvenes que lo rodeaban. Heath quiso volver la cabeza, pero...
–¿Te parece que somos tan crédulos? –objetó alguien más. Una vez más, Heath quiso identificar la voz. Buscó a quien había hablado y...
De pronto una risa cristalina rompió las voces de los jóvenes que lo rodeaban.
–Déjenlo en paz. Si él lo dice, yo lo creo –soltó con convicción–. ¡Estamos llegando al lago...!
No pudo distinguir que más había dicho la joven de ojos azules. Dioses, ¿quién...?
Ada.
¿Ada? ¿Quién rayos era Ada? ¿Y los demás?
Demonios. ¿Quién era él?
Heath intentó cerrar los ojos y obligar a que las imágenes volvieran. Trató varias veces hasta que su cabeza empezó a palpitar del dolor y se sentía agotado, como si hubiera hecho un gran esfuerzo físico.
Pero no. Todo lo que había hecho es intentar conjurar unos recuerdos que estaban a punto de aflorar en su mente.
Porque ahora lo sabía, estaba absolutamente convencido.
Lo que había visto, lo que estaba viendo en sueños, eran recuerdos.
¿De su familia? Los jóvenes... ¿eran sus hermanos?
Si era así... ¿dónde estaban todos? ¿qué había sucedido con ellos?
¿Por qué ni Genevieve ni Gisele los habían mencionado?
***
–¿Cómo estuvo la ceremonia? –inquirió Heath saliendo de la habitación. Las dos mujeres giraron a mirarlo con una gran sonrisa–. Ah, veo que estuvo bien.
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Una oportunidad (Drummond #1)
RomanceHeath Drummond se dirige al frente de batalla para rescatar a su hermano menor. Sabe que es una misión que puede costarle la vida, pero no le importa. En ese momento, lo único que importa es llegar a tiempo y cumplir su deber como el mayor de los he...