Capítulo 36

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La cena se le antojó eterna, más aún porque no había tenido oportunidad aún de hablar con Jules Saint-Clair. ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿También lo había llamado el Rey? ¿Había venido solo?

Heath notó también que había un hombre que lo miraba insistentemente. Y no solo a él, sino también a Jules. ¿Quién era? No parecía ser alguien de la Corte... ¿de quién podía tratarse, compartiendo también la mesa del Rey?

Cuando fueron excusados, Heath esperó cerca, vigilando hasta que Jules apareció. Apenas notó que su esposa lo acompañaba, desde luego, él también estaba casado con alguien de la Corte, recordó.

–Heath –Jules soltó, cuando él apareció frente a él–. ¿Sucede algo?

–¿Por qué estás aquí? –inquirió, sin preámbulos.

–El rey me llamó. Pensé que habría un avance con el asunto de Artem, pero no parece ser el caso.

–Lo lamento. Haré lo posible por ayudarte, lo sabes.

–Y lo agradezco. Pero, creo que será mejor que continuemos nuestra conversación fuera.

Jules arqueó una ceja significativamente y Heath asintió. Él también había notado alguien rondando cerca.

No habían dado más de diez pasos fuera del Castillo cuando escucharon que alguien los llamaba, deteniéndolos. Se giraron, curiosos.

–Siento tener que abordarlos así, pero no tengo opción –se disculpó el desconocido.

–No se preocupe, aunque no creo que tengamos el honor... –empezó Heath, luego volteó hacia Jules–: ¿lo conoces?

–No estoy seguro, pero... –Jules entrecerró los ojos.

–Soy lord Valens, actual regente de Nox –se presentó el desconocido. Los dos lo miraron, desconcertados–. Lo sé, no soy...

–¿Regente de Nox? –Jules preguntó–. Pensé que Nox estaba regido por un Consejo de Ancianos.

–Así es... así era –enmendó el hombre–. Ha habido ciertos cambios... creo que no están muy difundidos por el reino. Desde luego, no son de interés para los regentes de tierras tan prósperas como Artem o Savoir.

–Lord Valens, no creo que sea su intención, pero está cerca de ofendernos con sus implicaciones –Heath soltó con una nota de sarcasmo–. De cualquier forma, milord, ¿cuál es el motivo de que se haya acercado a nosotros, sabiendo bien quiénes somos?

–Quiero brindarles mi apoyo –dijo, rápidamente. Lucía nervioso–. A la propuesta que quieran hacerle al monarca.

–¿Una propuesta? ¿Qué propuesta? –exclamó con estudiado desinterés Jules.

–Sé que existe una, no me trate de tonto, milord –el hombre sacudió sus ropas, como si le costara mantener la calma–. Sin importar la que sea, la apoyaré.

–¿A cambio de...? –dijo Heath, arqueando una ceja–. Es seguro que querrá algo a cambio de apoyar la imaginaria propuesta, ¿cierto?

–Necesito su ayuda –habló en voz baja–. De los dos. ¿Pueden ayudarme?

Jules y Heath intercambiaron miradas. No sabían quién era este hombre ni si había algo de verdad en lo que había proclamado. Nox eran las tierras más lejanas del reino, las menos conocidas, pero ¿un cambio político tan grande sin que hubiera rumores? ¿En medio de la guerra?

–No... –empezó Heath, pero Jules negó una vez con la cabeza, deteniéndolo.

–De acuerdo, lord Valens –dijo Jules en cambio–. No puedo prometer que lo ayudaremos, pero al menos lo escucharemos. ¿Le parece bien?

Una oportunidad (Drummond #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora