Capítulo 10

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Lo recuerdo.

Había dicho "lo recuerdo" y luego se había quedado en silencio. Genevieve se moría de ganas de preguntar, pero sintió que necesitaba darle espacio para que procesara sus recuerdos. Los que fueran.

–Evie –soltó finalmente. Ella lo miró y, antes de que pudiera hablar, lo tomó de la mano para buscar un lugar cercano, relativamente privado, donde pudiera escucharlo sin interrupciones–. ¿Qué sucede? –inquirió, aunque se dejó llevar hasta que se detuvieron.

–Ahora puedes decirlo.

–¿Qué?

–Lo que has recordado.

–¿Quieres saberlo?

–Por supuesto –Genevieve lo miró, ansiosa–. ¿Todo?

–¿Todo?

–¿Lo recordaste todo?

–No.

Genevieve reprimió un suspiro de alivio, sin estar segura de por qué debería sentirse así. Era egoísta.

–Lo siento –se disculpó por lo bajo.

–No tienes por qué –Heath tomó su disculpa como un lamento porque él no recordara todo–. Tengo un hermano gemelo, Robin –indicó– y varios hermanos más. Creo que podría nombrarlos a todos, incluso... –frunció el ceño– por un instante, pensé que recordaría el lugar... a dónde pertenezco. Pero no, al final se desvaneció –y, aunque su tono era de decepción, sonrió levemente.

–¿Por qué sonríes? ¿Por recordarlos?

–No. Porque estaba recordando cómo es que vino Robin a mi mente. Estábamos discutiendo, y al parecer eso era algo común. Solo que... Evie... ya sé por qué vine hasta aquí.

–¿Aquí? ¿A Flumen? –inquirió. Heath negó y ella entendió–. A la guerra –musitó.

–Sí. Tenías razón. No soy un soldado. Vine por mi hermano.

–¿Buscabas a tu hermano entonces? –preguntó. Heath asintió–. ¿Lo encontraste?

–No estoy seguro. No recuerdo mucho aun de mi llegada al frente. ¿Cómo pude llegar? En realidad, ¿por qué no estaba en la batalla sino discutiendo con mi hermano en casa?

–No son soldados –apuntó Genevieve.

–¿No reclutaron a los jóvenes de aquí? –Heath soltó, pensativo–. ¿Sabes si lo hicieron en todos los poblados?

–No lo sé. Al menos en estas tierras, sí, en todos.

–¿Estas tierras? ¿A dónde pertenece Flumen? –inquirió, claramente sorprendido de no haberlo preguntado antes.

–A Artem.

–Artem –repitió y sintió un extraño tirón en su corazón. ¿Por qué? ¿Artem? ¿Qué había despertado en él su mención? ¿Acaso de allí...?

–Sí. Son las únicas tierras del reino que no tienen una guardia propia, ¿sabes? No entiendo por qué.

–Ah –Heath sacudió la cabeza–. No puedo creerlo. Vine a buscar a uno de mis hermanos y terminé más perdido que él. Inútil...

–Sin duda las circunstancias no fueron las mejores, pero...

–No. Eso dijo Robin. Que era inútil que fuera personalmente. Estábamos enfadados, en mi recuerdo –añadió.

–No me extraña. Los hermanos discuten, mucho más si...

–¿Si... qué?

–Si es tan testarudo como tú –apuntó, divertida–. No puedo imaginarlo.

Una oportunidad (Drummond #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora