Capítulo 16

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"Tenías razón. Pero sigo aquí. Y no finalizaré el Antiguo acuerdo. Encárgate, como hasta ahora, y como de costumbre, hazlo cerca del lago."

Observó las palabras una vez más, intentando pensar en sus siguientes pasos. Lo que decidiera, lo que hiciera, cambiaría la vida de varias personas. Y si se tratara de otra persona, renunciaría a esa responsabilidad. Pero, ¿Heath?

No. En este caso, no sería tan sencillo aun si tuviera algún mecanismo para hacerlo.

"Tenías razón" decía el inicio de la corta misiva; y, si no lo conociera, pensaría que esa admisión en pasado significaba que ya no la tenía en la actualidad. Pero era Heath, por tanto, si lo incluyó, significaba que seguía teniéndola.

Alguien había intentado acabar con uno de los Drummond. Y no con cualquiera, con el heredero.

¿Por qué? ¿Quién sería capaz?

–¿Te encuentras bien?

La pregunta lo desconcertó. Ni siquiera había notado que alguien hubiera entrado.

–Sí –pronunció, ocultando rápidamente el mensaje entre sus ropas–. ¿Sucede algo?

Su hermano señaló hacia la ventana. Se incorporó, miró y suspiró, reprimiendo su impaciencia ante lo que había encontrado.

Sacudió la cabeza. ¿Qué había esperado? Había cosas que nunca cambiaban.


***


–Te ves preciosa –exclamó Gisele con entusiasmo, mirando a su hermana–. Serás la novia más bonita del Reino.

–No sé si la más bonita, pero sí la más feliz –respondió Genevieve, con una pizca de diversión que desmentía la seriedad de sus palabras– ¿y quién no lo sería desposando a alguien como Heath?

Gisele puso en blanco los ojos ante las palabras rebosantes de dulzura de su hermana mayor, aunque muy dentro de sí, se sentía aliviada y feliz de estar presenciando este momento. Libre de aquel demonio que había sido su esposo en el pasado y, en su lugar, uniendo su vida a un hombre que había llegado a sus vidas para cambiarlas por completo, sin siquiera proponérselo. Y, lo más importante, no las había abandonado en ningún momento, ni siquiera se lo había planteado.

–¿Qué piensas, hermana? –inquirió Genevieve con curiosidad ante el silencio que había seguido a su declaración.

–Que has elegido un excelente esposo, sin duda, y que, si no nos apresuramos, llegaremos tarde.

–¿Crees que si tardo demasiado Heath no me esperaría?

–Heath no solo no te esperaría, sino que tengo la impresión de que iría a buscarte por todas partes si tan solo te tardas unos minutos más de lo planeado. Incluso sin memoria y sin proponérselo te encontró, ¿no?

–Lo dices como si estuviera impaciente por casarse conmigo.

–¡Lo está! –exclamó Heath desde el umbral, interrumpiendo a las hermanas. Las dos lo miraron, con curiosidad–. ¿Sucede algo, Evie?

Al tiempo que terminaba su pregunta Heath, Gisele se excusó para salir y dejarlos solos. Heath entró, se sentó a su lado y tomó sus manos entre las suyas.

–¿Evie? –repitió Heath, dando un leve apretón en sus manos que permanecían unidas. Ella elevó sus ojos hacia él y sonrió. Heath respiró de nuevo–. Me asustaste. Pensé que...

–¿Qué? –Genevieve liberó una de sus manos, con la única intención de apoyarla en la mejilla de Heath–. ¿Crees que tengo dudas sobre nuestra unión?

Una oportunidad (Drummond #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora