Capítulo 19

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La Corte de Regem era uno de los últimos lugares en que elegiría estar, pero, dado que el llamado no le había dejado opción, tuvo que acudir a pesar del riesgo que podía presentarse en épocas de guerra. No que ahí fueran notorios, sin duda, pues el rey y su corte parecían bien provistos de cualquier alimento y lujo imaginable. Nada menos que lo mejor para el Castillo Acmhainn.

–Lord Drummond, bienvenido.

–Majestad –respondió Robin, inclinándose, todavía incómodo de ser llamado así. Él no era Lord Drummond, ese vendría a ser su padre y su hermano mayor, no él. Nunca él–. Es un honor estar en la Corte –soltó, sin saber realmente qué decir.

–Sí que lo es –confirmó el rey, como si cualquier noble no tuviera nada mejor que hacer que perder su tiempo acudiendo a llamados inútiles–. ¿Cómo se encuentra la situación en Savoir? ¡Ah, todavía recuerdo mi última visita al Castillo Drummond! ¿Había muerto ya su hermana? Supongo.

Robin no supo si debía contestar o en qué momento hacerlo. Se limitó a escuchar al monarca, preguntándose una vez más por qué existía, cuál era su utilidad en aquella época, otra que no fuera instigar guerras e intrigas, desde luego.

–Lord Drummond, lo he convocado porque es hora de hacerlo oficial, ¿no le parece?

–¿Majestad? –inquirió, confuso.

–Su designación –indicó con gesto impaciente–. Su lugar como heredero de los Drummond, o posiblemente el regente si he escuchado bien sobre la situación de su padre.

Robin no dudaba que el rey sabía perfectamente cómo estaba su padre. Intentó mantener un gesto neutro.

–¿O es que tiene algún conocimiento sobre la desaparición de sus hermanos? –preguntó el rey, entrecerrando los ojos.

–No –respondió firme.

–Excelente. En ese caso, estamparé mi sello y oficialmente usted será el heredero. Efectivo, desde este momento.

–Su majestad, si puedo pedir...

–¿Qué lo agilite? Lo sé, lord Drummond, desea cumplir cuanto antes con el compromiso matrimonial.

–No sé a qué se refiere, majestad.

–¿No? ¿Estoy equivocado al señalar que el plazo para cumplir el acuerdo entre sus familias vence en dos meses?

Robin maldijo por lo bajo, sabiendo que no, no estaba equivocado y él lo sabía también. ¿Qué iba a hacer, por todos los demonios?

–Majestad –escuchó a sus espaldas y cerró los ojos. No podía ser. Tenía que ser una pesadilla.

–Oh, ¡qué oportuna! Acérquese, lady Soleil de Grianmhar, precisamente estábamos hablando de su unión.

–¿Majestad? ¿Mi unión? –inquirió, haciendo una reverencia un poco rígida. Robin lo sabía, aun sin mirarla–. ¿Qué quiere decir su majestad?

–Al heredero de los Drummond –señaló hacia Robin– el que desde este momento –hizo un gesto teatral con la mano para que le acercaran el documento. Robin se obligó a no poner en blanco los ojos– es él. Lord Robin Drummond y Lady Soleil Saint-Clair, ¿pueden imaginar una pareja más auspiciosa? –soltó con sorna, sabiendo, como todos en la Corte, que ellos no se soportaban. Solo a alguien verdaderamente retorcido se le ocurriría llamar auspicioso a semejante desastre en ciernes.


***


La cabaña era pequeña, pero estaba bien cuidada y tenía dos habitaciones, por lo que Gisele podría mudarse con ellos a su hogar temporal, hasta que pudieran emprender el viaje a Savoir. Genevieve se sentía entusiasmada mientras limpiaba y ordenaba su nuevo hogar, junto a su nuevo esposo.

Una oportunidad (Drummond #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora