Tres meses después
Heath se encontraba sentado frente a la chimenea de su despacho, con el pequeño Benedict en su regazo y sosteniendo un libro en su brazo libre, aunque no era necesario hacerlo, pues se sabía la historia que estaba relatando de memoria. Sin embargo, su sobrino prefería escuchar el relato exactamente como figuraba en el libro, así que... no tenía alternativa.
–Tío Heath –interrumpió de pronto.
–¿Sí, Jake? –inquirió Heath, dejando el libro a un lado para mirar a su sobrino–. ¿Qué sucede?
–¿Por qué ya no podemos vivir aquí? –soltó de pronto. Heath ladeó la cabeza, intentando pensar en una respuesta adecuada–. ¿No quieres que vivamos aquí?
–No es eso Jake, en realidad, nada me gustaría más que tener a toda la familia residiendo en el Castillo Drummond, pero... –Heath suspiró, derrotado– ¿no deberías preguntarle a tu padre al respecto?
–Lo he hecho.
–¿Y?
–Su respuesta no ha sido real.
–¿Qué quieres decir?
–Que me ha tratado como un niño, diciéndome lo que cree quiero escuchar.
–Dioses, en verdad eres inteligente para una edad tan corta.
–Tío –el niño puso en blanco los ojos– ya tengo seis años.
–Exactamente mi punto –Heath sonrió ante la seriedad de él, no pudo evitarlo–. A veces olvido cómo era tu padre de joven... pero me lo recuerdas bastante bien en momentos así.
Jake, de nombre completo Jacob Wulfric Drummond, primer hijo de Robin, lo miró fijamente y luego suspiró, como si no hubiera esperado realmente una respuesta desde el inicio.
–¡Heath! –la puerta se abrió y el aludido se sorprendió ante quien entró–. ¡Feliz cumpleaños!
–Dioses, realmente viniste –Heath se incorporó lentamente, para dar la bienvenida a su hermano, Colin–. ¿Cuándo llegaste?
–Hace unos momentos. Tu esposa me recibió, dejé mis pertenencias en mi habitación y vine a verte. Fue un largo viaje.
–¿Tienes novedades?
–No exactamente... ¿tú sí?
–Sí, pero no precisamente buenas.
Colin arqueó una ceja. Heath señaló hacia el escritorio, pero antes dejó a Ben, dormido, en una cuna que habían instalado cerca de uno de los ventanales.
–Jake, ¿podrías vigilar a tu primo mientras le enseño algo a tu tío? –pidió Heath, luego de que el pequeño hubiera saludado a Colin también.
–Sí tío, es lo que debo hacer allá también de todas maneras –señaló hacia la dirección en que se encontraba Artem. Luego, con aparente resignación, se colocó junto a la cuna, mirando alternativamente al bebé que dormía y hacia el exterior.
Los dos hombres caminaron hasta el escritorio, Heath alargó la mano hasta la misiva que había recibido aquella mañana, la cual contenía el sello real. Colin la observó con recelo, como si entendiera instintivamente que nada bueno podía provenir de aquello.
–Esto es... –Colin la tomó. Cuando la leyó, maldijo por lo bajo– una maldita broma.
–Una muy cruel... y ojalá fuera sólo una broma –soltó Heath, con evidente desasosiego.
–Dioses... –releyó la sucinta orden real– tenemos que hacer algo.
–Lo sé. Pero todavía estoy pensando qué exactamente...
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Una oportunidad (Drummond #1)
RomanceHeath Drummond se dirige al frente de batalla para rescatar a su hermano menor. Sabe que es una misión que puede costarle la vida, pero no le importa. En ese momento, lo único que importa es llegar a tiempo y cumplir su deber como el mayor de los he...