Capítulo 38

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La llegada de Heath fue recibida con gran alivio por los habitantes de Savoir que lo miraban pasar y murmuraban sus condolencias y bendiciones para el futuro regente. Heath hacía lo posible por agradecerlo sin retardarse demasiado en ningún punto, su prioridad en esos momentos estaba en arribar al castillo de los Drummond.

–¡Heath! –Genevieve exclamó al verlo entrar por la puerta del despacho. Se incorporó lentamente, como si no pudiera creer que estaba ahí–. Heath –repitió.

–Hola, esposa mía –saludó Heath, dando grandes zancadas hasta alcanzarla y rodearla con sus brazos mientras le murmuraba al oído–: mi Evie –y enterró su rostro en el cabello suelto de ella.

–No sabía que... –Genevieve sintió como sus palabras se negaban a continuar saliendo cuando sintió el suspiro de alivio de Heath–. Dioses, cuánto te extrañé.

–Tanto como yo a ti... cómo lamenté haberte dejado en esta situación... Dioses, ¿estás bien? ¿Nuestro hijo...?

–Estamos bien –aseguró– aunque me temo que tu padre...

–No lo está –concluyó Heath la idea. Genevieve asintió– iré a verlo inmediatamente.

–¿Quieres que te acompañe?

–¿Lo harías?

–Sí, cada día lo visito. Este día todavía no he acudido.

–¿Lo haces? ¿De verdad? –Heath inquirió, sorprendido–. ¿Desde cuándo?

–Es una larga historia que te la contaré más tarde. Pero lo he hecho prácticamente desde que te marchaste. Ahora entiendo un poco mejor a tu padre y sus temores... o eso creo.

–Eres increíble, Evie –pronunció con verdadero asombro y orgullo– aunque eso lo he sabido hace tiempo.

Genevieve le respondió con una pequeña sonrisa, antes de ofrecerle la mano y acompañarlo hasta los aposentos de su padre, donde Heath Drummond se despediría del hombre que había sido su modelo a seguir desde que tuvo uso de razón.

Heath se mantuvo firme, a pesar de la situación tan difícil en que se encontraba rodeado de varios sanadores que trataban de hacer lo posible porque los últimos momentos del regente de Savoir fueran lo más cómodos dadas las circunstancias. No sabía si su padre lo reconocería, pero lo hizo, ofreciéndole unas breves palabras de bendición y confiándole el futuro de sus tierras. Heath asintió, tomándolo de la mano y apretándola con fuerza, como si así pudiera evitar que la vida se le fuera de a poco.

Cuando su padre cerró por última vez los ojos aquella noche, lo hizo rodeado de sus cinco hijos supervivientes, tres de los cuales habían llegado prácticamente de golpe al atardecer de aquel triste día. Y así fue como, habiendo sido declarada la muerte de lord Wulfric Drummond, Heath Ravenor Drummond, asumió oficialmente el cargo de regente de Savoir.


***


–¿Qué deben proteger a Jules, has dicho? –inquirió mucho más tarde Heath, pues ninguno de los hermanos Drummond se había retirado a dormir, a pesar de los eventos de la noche–. ¿Puedes explicarte mejor, Ashton?

–Eso es lo que pensábamos al ir a Artem... pero, aparentemente, ese no era el objetivo, pues lord Saint-Clair no se encontraba ahí y el monarca era consciente, dado que fue él quien lo llamó a Regem ¿no? –contestó el menor de los hermanos.

–Sí, eso fue lo que me dijo Jules... que también acudió por llamado del rey –Heath cerró los ojos un momento– esto no tiene sentido. Ninguno... a menos que... –abrió los ojos de golpe–. No. ¿No creen que él...? No.

Una oportunidad (Drummond #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora